He vuelto a recordar una frase que mi padre solía repetirme de niña, tantas veces lo hizo que me la aprendí y esta vez hace parte de lo que me inspira a escribir. “Qué es la vida? Un frenesí. Qué es la vida? Una ilusión. Que toda la vida es sueño y los sueños sueño son ... como a nuestro parecer todo tiempo pasado fue mejor”. Con frecuencia se tiende a mirar a aquello que ya no está en nuestras manos, aquellas memorias de tiempos en los que sonreíamos, en donde todo parecía ser más sencillo y fácil, tiempos en los que apenas se iniciaba y por lo tanto todo era más novedoso y al mismo lugar era enigmático porque no se lograba visualizar futuro alguno.
Siempre he sido una amante de los buenos recuerdos, trayéndolos a mi mente cuando considero necesario y por ello talvez es que termino descuidando por no decir evadiendo este presente que se nos ofrece a cada instante. Porque ni para que hablar del mañana si en gran parte es incierto, robando de nuevo la atención del aquí y el ahora. He leído algunos textos sobre ese poder o esa capacidad de vivir el eterno presente pero sin embargo en la práctica para ser sincera aún me muevo como un péndulo entre la visita nostálgica de un pasado y el ansioso y poco claro panorama del futuro. Imagino que se trata de un equilibrio armónico que nos permita vivir inteligentemente un día a día, basándonos en las experiencias y el aprendizaje adquirido y proyectando con mayor certeza y una gran dosis de flexibilidad lo que vendrá. Quisiera encontrar la fórmula mágica – y si alguno ya la tiene pues se las recomiendo – para solamente albergar lo bueno, lo positive, lo bonito en mi corazón y no dejar que la oscuridad ingrese pues es tan fácil que empiezo a percibir dolor, empiezo a identificar fricciones que para nada enriquecen.
Que tan importante se vuelve dar entonces prioridad al amor, al perdón, a la profunda comprensión de los seres humanos y de nuestra complejidad reflejada en las relaciones que establecemos. Si esta vida es tan solo una ilusión, si este viaje no es tan largo y es aquí y ahora en donde nos encontramos, pues deberíamos ser más concientes de rodearnos de espacios fraternos en donde dar un abrazo se convierte en lo natural y no en lo que escasea; en donde podemos entregarnos sin miedo alguno y sin necesidad de usar máscara alguna pues hay la libertad de ser quien se es. El hoy es lo que tenemos en frente. Estas líneas al ser leídas han quedado revoloteando en mi mente como un pájaro lo hace cuando hay una jaula que lo ha capturado. No pretendo que suceda lo mismo con ustedes pero si que nos obsequiemos unos segundos para digerir la frase con la que cierro esta entrada.
“El pasado es historia,
el futuro un misterio pero el HOY es un regalo,
por eso se llama PRESENTE”.
lunes, 3 de mayo de 2010
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Que bonito final... Como lo escribes, el pasado y el futuro nos entretienen con lo que ha sido y con lo que será. Aunque este desequilibrio es inevitable podemos esforzarnos por permanecer por más tiempo en nuestro presente, como los sentidos. Nuestros ojos ven lo que ahora está aquí, nuestra boca saborea el bocado que acabamos de comernos, nuestra piel siente la caricia que estamos recibiendo. Para nuestros sentidos no hay pasado ni futuro de manera que conectarnos con éstos son una forma de aferrarnos a nuestro presente. Gracias por compartirnos tus experiencias.
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