"Señora de los libros", "Señora de la Escritura",

martes, 12 de julio de 2011

Todo termina en la basura


No siempre, o diría yo, pocas veces somos conscientes de las cosas que adquirimos, de todo aquello que compramos con el objetivo de saciar nuestra sed de consumo. Hace unos días acompañaba a mi pareja a llevar a un lugar especial algunas cosas que ya no necesitaba, cosas que no hacían parte de la lista de lo que él deseaba guardar. Como sé lo que es de vez en cuando salir de cosas, organizar, botar, regalar, donar, me uní con la mejor intención de disfrutar esta limpieza.

Pero mi actitud se fue transformando cuando al acercarnos a aquel lugar se trataba de algo así como un basurero donde todo es destruído. Cualquier objeto que se entregue es vuelto trisas. Por supuesto que se trata de reciclar pues todos los contenedores están organizados por material. Pero al observar la cantidad de cosas que había y que la gente llevaba me encontré a mi misma sintiendo algo de dolor en el pecho. No podía creer que libros, tarros, cds, televisores, floreros, espejos, cojines, en fin, todo lo que es llevado es destruido por unas máquinas gigantes que cumplen dicho papel. No sé si esta vez exagero con mi sentir pero me imagino que en un país como Alemania tiene otro tipo de problemáticas en donde este escenario no viene al caso. Sin embargo, y aceptando que es una opción para muchas personas ir a dejar lo que no desean, me quedé con la reflexión que todo lo que alguna vez adquirimos, no importa si es costoso o barato, si es grande o pequeno, todo, termina en la basura.

Porque dudo que haya algo de lo que ahora poseo que seguirá siendo conservado por mis próximas generaciones. Y entonces me topo de nuevo con lo efímero que es este mundo y con lo natural que se nos ha vuelto adquirir cosas que duran un tiempo para luego reemplazarlas por otras y otras y otras. Lo cierto es que nada que sea realmente esencial pertenece al mundo del mercado. Nada de aquello que nos otorga felicidad lo podemos adquirir a cambio de unas monedas. Nada de lo que es espiritual se vivencia a través del mundo absurdo del consumo y el materialismo. Por eso no debemos temer a reducir nuestro equipaje ni a regalar, ni a donar, ni a salir de cosas que no nos pertenecen ni son tan importantes para nuestra felicidad. Pienso en la opción de un viaje, ya sea en este mundo o al que viene, y eso me impulsa a comprender que no hay nada material que me sea esencial. Yo estoy segura que es mucho lo que aun sigo guardando porque sin duda nos apegamos a las cosas, a lo que algunos nos han dado, a lo que creemos que necesitaremos en algún momento, a lo que nos ha costado esfuerzo, pero al final nada podrá ser llevado con nosotros. Esta sociedad está hambrienta de sueños y esperanzas.

Lo que necesitamos no son más celulares ni televisores ni laptops ni máquinas que hagan las cosas por nosotros. Lo que realmente necesitamos es abrir los ojos hacia lo que es realmente esencial. El problema y como lo dice el principito “Lo esencial es invisible a los ojos”. Ahí está el secreto y mientras más tiempo nos tome, más será la basura que en unos países destruirán mientras en otros se mendiga por el pan.

2 comentarios:

  1. que causualidad que estemos en el mismo proceso, la semana pasada publique “suciedad de consumo” donde hacia una reflexión similar a esta que te haces en este momento. He reducido mi espacio en un 75% y estoy segura que sigo conservando allí cosas que en realidad no necesito, por eso no las he ubicado, aspiro a que en las próximas semanas haya reducido mi equipaje al punto que pueda estar segura que lo que poseo son cosas que alguien mas desea y que no dejare a nadie encartado con mis pertenencias cuando legue el momento de partir.

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  2. Hola Nata:
    es cierto lo que dices, en el lugar que trabajo, todo despues de ser usado UNA vez es considerado basura, a veces tenemos que botar, cajas con material que ni siquiera se han abierto, bolsas selladas, pero que alguien cometio un error en un pedido y pues 10 0 20 cajas a la basura, yo trato de rescatar lo que mas puedo, pero no siempre es suficiente. La ultima vez que visite mi familia la mayoria de las cosas que les lleve las rescate del lugar donde trabajo: zapatos, camisas, sudaderas, todo en excelente estado ( y nadie se dio cuenta ;) en fin supongo que somos un eslabon en una gran cadena de acontecimientos....Un abrazo

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