jueves, 6 de enero de 2011
Hablar de sexo pero sin miedo
Hace varios meses empecé a escribir un poco sobre el tema y el sólo hecho de decidir la temática me causó un poco de nervios, primero porque no soy una experta y segundo porque la palabra no deja de causar sorpresa cuando se nombra, sin embargo todos en cierta proporción nos hemos cruzado con la curiosidad de explorar a fondo lo que ella encierra. Decidí dejar a un lado la idea de no hacerlo por temor pues finalmente el ejercicio de escribir está siempre guiado por la inspiración que algo nos genera y esta vez no me da pena aceptar que el sexo ha capturado mi mente y mis líneas. Lo ha venido hacienda desde hace un tiempo y no culpo las hormonas sino la profunda inquietud filosófica de develar esta experiencia humana que envuelve tantas facetas, desde la propia exploración corporal hasta la búsqueda de creatividad en los encuentros sexuales que se tienen. Mentiría si hablara de las muchas experiencias que he escuchado en los últimos meses porque en mi cotidianidad no hay espacio suficiente ni complicidad como para abordar esos temas. Sin embargo, debo reconocer que encuentro acá cierta aceptación y menos mojigatería porque no hay necesidad de esconder o aparentar en un lugar en donde la diversidad se ve expresada en cada esquina, en cada lugar que se visita, en cada celebración, en cada ser que puede – desde mi punto de vista – ser quien es con menos miedo a ser señalado.
Cuando era adolescente el sexo fue por supuesto parte de mi curiosidad, y creo recordar comentando con amigas para de esta forma despejar las dudas o consultando también alguna enciclopedia en donde las imágenes me atraían mucho más que las palabras. Recuerdo incluso alguna vez que llame a una línea de consultas gratuita y aun sabiendo que no estaba siendo identificada de esta forma, seguía sintiendo un leve dolor en el estómago al leer las preguntas que me robaban el sueño. Mi mente con frecuencia fantaseaba como buena piscis que soy y entonces me imaginaba aquel príncipe encantado de historias de hadas que me cogería en sus brazos, me llevaría al castillo aquel luego de cruzar el bosque nublado (como en las películas) y juntos hallaríamos un espacio en donde hacer el amor, pues ni decir que se trataba de sexo nada más. El sexo debía estar ligado al amor para poder justificarse de lo contrario el sexo sin sentimiento sería casi que cometer un pecado, y mis herencias inconscientes no toleraban ese tipo de vivencias.
Hoy miro hacia atrás con alegría de lo que fueron mis primeras experiencias en lo que se refiere al sexo pero es apenas ahora en donde siento que mis ojos se abren a la maravillosa exploración de lo sexual, sin decir con ello que me refiero solamente al contacto íntimo, el cual no deja de ser sin duda válido y placentero. Visitando el Museo del Erotismo en Paris observaba como las diversas culturas a lo largo del tiempo han encontrado en el sexo una fuente de expresión, de inspiración, de magia, y de misterio a la vez. Porque ignorar entonces que es a través del sexo que estallamos de placer, que nos fundimos en éxtasis, que nos conectamos por segundos con otra dimensión y recorremos cual montaña rusa un camino de inicios deseados y culminaciones exitosas. No soy una experta como lo señalé en un principio, pero creo que el sexo puede llegar a ser un maravilloso medio de encontrarnos a nosotros mismos y de aprender a amar con libertad, sin ese fuerte instinto de querer poseer a quien tiene el privilegio de penetrarnos. Y he aquí otra palabra que me detiene mientras mis manos fluyen. Penetrar un cuerpo es una cosa y penetrar el alma es una opción que tan solo uno puede permitirse si se comprende sanamente que los encuentros no son casuales y que el despertar que viene luego de la pasión fugaz nos brindará siempre un mayor entendimiento de lo que somos, de lo que tememos, de lo que desconocemos. La vida no siempre nos obsequia príncipes pero si hombres nobles con los que podemos sentirnos princesas por momentos y mientras esa sea la sensación, como diría Silvia Salinas, escritora y psicóloga argentina, la relación compensa.
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Natalia: este post esta maravilloso, me encanto! Felicitaciones porque has logrado un lenguaje muy singular para abordarlo, un lenguaje muy tuyo, que contiene toda tu esencia.
ResponderEliminarMe gustó mucho tu post. Quiero compartirte que a mi me pasó algo especial. Por querer desechar lo grosero y vulgar del sexo, terminé expulsando a una gran parte de "Eros" de mi vida, y ahora me toca recuperarlo.
ResponderEliminarHe iniciado esta aventura con dos grandiosos manuales:
1. The Soul of Sex: Un libro con muchos mitos y muy Junguiano http://books.google.com/books?id=Y7ckLVZY2ZgC&dq=the+soul+of+sex&hl=en&ei=Tm8mTfriKoH7lwfxnZCNAg&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CCMQ6AEwAA
2. Eros Ascending:The Life-Transforming Power of Sacred Sexuality
http://books.google.com/books?id=69Eo0t996coC&printsec=frontcover&dq=Eros+ascending&hl=en&ei=u28mTby9GoOdlgenrqm8AQ&sa=X&oi=book_result&ct=result&resnum=1&ved=0CCUQ6AEwAA#v=onepage&q&f=false
plop! you are a genius...
ResponderEliminarWAO, muy tú, leía y me parecia escucharte hablar... un abrazo desde la distancia
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