"Señora de los libros", "Señora de la Escritura",

miércoles, 1 de junio de 2011

La prueba está en perseverar


Hace unos días la vida me sorprendió con lo que a veces llamamos “malas noticias” pues no es posible hacer el curso que pretendía hacer el siguiente año lectivo en el colegio donde trabajo. El colegio había manifestado el apoyo pero eso no fue suficiente debido a otros requisitos que deben cumplirse, entre esos el de tener experiencia como docente en el Reino Unido. Para quienes saben de mi proceso conocen que actualmente me desempeño como Asistente y sin embargo he asumido clases por iniciativa propia y por el placer que me causa el estar frente a unos niños. Me alegra si ellos aprenden a mi lado pero me atrevo a decir que soy yo la que aprende más al escucharlos.

Y entonces aquella torre de ilusiones se vino abajo y me reencontré de nuevo con aquellas lágrimas que con rapidez evocaron derrota y una sensación de impotencia en el pecho que me nubló por unas horas el panorama. Me sentí en una dimensión desconocida sin claridad, sin norte, sin esperanzas, y todo porque el enseñar para mí siempre ha tenido gran importancia y encontrar obstáculos para hacerlo no es sencillo de aceptar. Dejé el colegio sin motivación alguna, de hecho mi última hora enseñando teatro fue como estar ahí pero solamente en cuerpo porque mi mente era testigo de una profunda confusión y avalancha de pensamientos de todo tipo. Es interesante observar como nuestra personalidad reacciona y como fácilmente nos dejamos invadir por sensaciones de dolor, de rabia, de temor. Yo trataba de observar mis reacciones al tiempo que me repetía a mi misma la consigna que yo misma elegí para este año: “Todo llega a mí en el tiempo correcto”. Sin embargo digerirlo era más complicado aún porque pensaba en mi futuro, en lo que quiero, en las metas que me he trazado, en el tiempo que corre constante, en el afán por ver resuelta mi situación, en el que no quiero darle larga a lo que considero es lo que hay que hacer, en fin, tantas y muchas más ideas que impidieron ver la luz.

La mañana siguiente el sol trajo consigo un poco de luz y cada día ha sido así porque empiezo a notar que todo tiene una razón de ser; que desde el viernes las piezas que se movieron de este gran rompecabezas comienzan a ordenarse y apenas ahora creo ver la imagen. Otras puertas se abrirán – como siempre lo he dicho – y esta historia será un capítulo terminado como quien lee un libro y ansía conocer lo que sucederá en el siguiente capítulo. El libro no está a la venta en ninguna tienda sino que es aquel que nosotros vamos escribiendo con nuestros pasos y decisiones; unas páginas se convertirán en nuestras favoritas y otras evitaremos leer de nuevo aunque el aprendizaje será nuestro, eso no nos lo arrebata nada ni nadie. A veces la prueba está en perseverar, y si de eso se trata, yo me levanto ahora con la confianza en que un día celebraré este logro.