"Señora de los libros", "Señora de la Escritura",

sábado, 31 de diciembre de 2011

Quisiera...


Anoche de nuevo la visita de aquella sombra hizo presencia y como suele suceder, me asusta verla a los ojos y reconocer que no puedo fácilmente deshacerme de ella sino que se acomoda en esos rincones dentro de mí que no visito. De repente llega una situación particular y entonces el foco de luz se desplaza para dar entrada a una escena que no es hermosa sino por el contrario es una vez más reflejo de mis imperfecciones e inquietudes. A veces me encuentro haciéndome las mismas preguntas y pareciera que las respuestas son esquivas, no me convencen del todo, no me parecen asertivas y por ello sigo en aquel círculo de repetir mentalmente lo que me genera conflicto.

Quisiera intentar meditar por el tiempo que sea necesario, como Buda lo hizo debajo de un árbol, o esconderme en alguna cueva o tomar un camino que me lleve a algún lugar donde nadie sepa quién soy y pueda así volver a empezar. Quisiera empacar mis cosas y recorrer el mundo para que mis ojos vean lo que intuyo, para que pueda apreciar otras formas de vida, otras creencias, otras maneras de pensar y de expresar…para que me libere de todo esto que pesa y bloquea la renovación de mi ser. Quisiera leer el texto que me explique y me recuerde lo que suelo olvidar, lo que con frecuencia se me escapa y debo de nuevo ir cual cazadora en busca de su presa.

Quisiera asistir al taller que cambiara mi vida y salir luego con las herramientas necesarias para enfrentar el mundo. Quisiera ver una señal en el camino que me indique lo que debo hacer cuando mi intuición no funciona. Quisiera despertar de un sueño en el que algún elemento mágico, algún gurú me haya enseñado y guiado para no dar la espalda a lo que me sorprende a diario. Quisiera escuchar la voz de algún maestro, o de mi propia conciencia murmurándome al oído lo que es más sano y positivo, venciendo la otra voz que me reprime, me genera culpa y emociones perturbadoras.

Quisiera tantas cosas… deshacerme de mi equipaje, despedirme de aquello que no sirve ni vale la pena seguir guardando, perdonar y perdonarme, digerir con más serenidad lo que no me gusta, comprender con amor y sin juicio lo que otros hacen, valorar más lo que tengo en cambio de resaltar las carencias, amar sin necesidad de proyectar, lanzar lejos las expectativas y mis propias resoluciones… quisiera aprender a sonreír y a ser feliz en medio de esta caverna en la que vivimos, sin que ello impida que mis pasos sigan siendo en dirección hacia la luz. Porque al final, no me importa si llegue a ver la verdadera luz, sino el hecho de recorrer un sendero que tiene sentido para mi alma.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pensando en el 2012


Es costumbre y lo llevo hacienda ya varios años que cuando llega la navidad, o mejor dicho, el fin de año, yo saco un espacio para pensar y decidir lo que quiero para el nuevo año. Debo reconocer que soy algo optimista, porque al final no tengo la certeza ni siquiera de mi propia existencia pero me agrada el juego de poder que se nos otorga cuando decidimos, cuando con lápiz en mano nos atrevemos a soñar con aquellas cosas que queremos. Por eso dudo igual que la vida sea el resultado de buena o mala suerte. Para mí es en cambio una mezcla entre nuestras propias decisiones y lo que la vida nos tenga como obsequio. Sé que habrán sorpresas y que no todo está bajo mi control. Esto a veces me asusta o me inquieta porque me hace sentir débil ante las leyes universales; pero con actitud filosófica sabemos que depende de nosotros la manera como respondemos, la manera como reaccionamos ante esos obsequios que se nos otorgan con el paso de los años. Algunos llegan cargados de luz y triunfo, otros en cambio nos recuerdan las cadenas que nos aferran, los apegos que se consolidan y los temores que se esconden en nosotros.

Estos días he tenido el tiempo de sentarme a escribir las resoluciones y lo he hecho pensando en 4 aspectos que considero esenciales en mi vida: lo físico, lo emocional, lo mental y lo espiritual. Cada uno de estos componentes contribuye de manera significativa como las 4 partes de las alas de una mariposa. Para que pueda emprender un vuelo sano y alto, debo encargarme por velar que las dimensiones se distribuyan de la mejor manera. En ocasiones suelo expresar que aunque mi vida es inspirada por un ideal espiritual, ello no significa que no otorgue atención alguna a aspectos más concretos y/o superficiales. Si poseemos un cuerpo físico, entonces es claro que hay que atender sus necesidades. Y así sucesivamente con otros tantos cuerpos que nos caracterizan.

Solemos poner poco o nada de atención al mundo espiritual porque es tan sublime y tan elevado que pareciera que no entra en nuestras prioridades. Sin embargo, mi poca experiencia me ha enseñado que podemos encontrar armonía en ambos aspectos. Que el hecho de reconocernos seres espirituales en una manifestación humana no indica que descuidemos nuestra alimentación, ni nuestras horas de sueño, ni mucho menos que no tengamos aspiraciones materiales ni profesionales. De alguna u otra manera esta complejidad de ser humanos nos coloca en la posición de reflexión ante todo aquello que poseemos, aquello que tenemos a nuestro alcance y aquello que vislumbramos a lo lejos.

Que el 2012 nos permita: hablar menos y reflexionar más, preocuparnos menos y amar más, guardar menos y expresar más, juzgar menos y perdonar más, comprar menos y obsequiar más, hacer menos y ser más nosotros mismos, retener menos y soltar más… Que sea el año que necesitamos para seguir despertando de este gran sueño en el que solemos dormirnos.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Se acabó el año


Tan sólo faltan unos días para despedir el año y recibir el 2012, año en el que se ha dicho será el fin del mundo, para lo cual yo sigo siendo algo incrédula. En medio de la celebración navideña, los afanes por comprar regalos, las expectativas de lo que otros nos darán, el envío de tarjetas y mensajes virtuales, las decoraciones, villancicos, en fin, son tantas las distracciones que solemos tener en estas fechas que poco o nada de tiempo nos queda para evaluar lo que ha sido nuestro año.

Ayer se celebró el solsticio de invierno (en esta parte del hemisferio) y la invitación giró en torno a vencer la oscuridad, a encontrar la luz y ser capaces de ver el sendero de nuevo. Porque gracias al invierno no solo valoramos más la llegada de la primavera sino que nos refugiamos dentro de nosotros por unos segundos. Que importante es hacer aquel alto en donde interiorizar lo que han sido nuestros logros, nuestros “fracasos”, nuestras mayores pruebas, nuestros aprendizajes! Nuestra memoria, que a veces no es tan buena, suele olvidarse de todo aquello por lo que atravesamos en el año. Tendríamos que realmente sentarnos a pensar y evocar lo que mes a mes fuimos viviendo.

Estoy segura que todos los que leen estas líneas tuvieron momentos alegres y conquistas interiores, como también momentos donde el dolor hizo presencia o incluso emociones como frustración, ansiedad, tristeza, desconsuelo, entre otras. Todos de alguna manera hemos resistido, hemos salido de entre las tinieblas porque gracias a nuestra naturaleza humana hay una fuerza interna que nos impulsa y nos inspira a seguir en la lucha aunque a veces el norte no esté del todo claro. Y ello no significa que siempre hemos estado sonrientes. Unas cuantas lágrimas hemos dejado brotar, lágrimas que nos demuestran lo sensible que somos y lo hermoso que es poder expresar abiertamente lo que sentimos. Llorar no es símbolo de fragilidad sino de vida, y ahora más que antes comprendo porque de vez en cuando se nos agua la mirada, tanto en situaciones bellas como en eventos en que se nos encoge el corazón. Un año más que se nos va pero hemos crecido internamente. Un año que tuvo un sin número de circunstancias, muchas en las que nos vimos envueltos internacionalmente con las noticias, y otras más privadas que nos pertenecen a nosotros.

Aquello que hemos asimilado será parte de nuestro equipaje para los siguientes años; aquello que aún nos cuesta digerir, nos seguirá persiguiendo cual sombra proyectada en el suelo. El poder de soltar, desapegarnos y fluir en esta experiencia de vida, es cuestión de actitud. A cada uno le deseo un 2012 del tamaño de lo que seamos capaces de lograr.

jueves, 27 de octubre de 2011

Como pasa el tiempo


Cuando hablamos de tiempo creo que siempre nos asombra lo rápido que transcurre. La primavera del 2010 trajo sin dudas grandes transformaciones en mi vida, algunas con dolor y otras en cambio me devolvieron la luz y la esperanza. Para ese entonces la reflexión giró en torno a lo efímero que son las cosas que creemos poseer en el plano de lo material y lo irreal de pensar que nuestras relaciones son eternas. Cuando finalmente decidí dar aquel paso hacia adelante y cerrar por completo lo que había significado tanto para mí, no fue mucho el tiempo en soledad y frente a mi apareció de repente una puerta atractiva y bella que hasta el momento la sigo conservando.

Ahora lo celebro con mucha más tranquilidad porque los primeros meses compartiendo con una nueva persona me producían una sensación de culpabilidad, de incertidumbre, de tristeza porque todos los sueños que había construido se esfumaban dejándome en un estado de fracaso emocional. Ahora comprendo que nada sucede por casualidad. Aquel encuentro no fue parte de un juego del destino sino que tuvo que darse en aquel lugar, en la hora en que fue, en las condiciones que se dieron y entre dos almas que hoy sonríen juntas. A veces recuerdo que cuando mis alas de libertad empezaban a gozar del vuelo solitario, un cazador de ojos azules se acercó y yo observando la nobleza de su ser me enamoré de nuevo. Sí, me enamoré cuando pensaba que el amor iba a ser esquivo; me enamoré pero no de la misma manera porque el amor que ahora siento ha crecido, he aprendido a amar de una forma distinta.

Nuestra experiencia y madurez nos hace ver la vida de manera diferente, por eso aclaro que no es el mismo amor. Mi primer amor se dio con tanta profundidad y complicidad pero este nuevo amor tiene un sabor exquisito, tiene picardía, tiene mezcla de historias, tiene diversidad, tiene mayor madurez y posibilidad de diálogo en un idioma que no nos pertenece porque el inglés no es nuestra lengua materna. Y puede que este pequeño detalle le sume atractivo porque es una relación que ha nacido en la distancia pero la cual me ha permitido explorar y descubrir la mujer que soy ahora. Esa mujer seria cuando se trata de compromisos, alegre cuando hay la oportunidad de serlo, sensible cuando algo roza mis más delicadas fibras, seductora cuando se trata del placer, y soñadora, profundamente soñadora que me veo en ocasiones en apuros por colocar los pies en la tierra.

domingo, 18 de septiembre de 2011

What made me think a lot...



• Massive traffic and noise in most of the cities
• 20 hrs journey by train was not easy in a 2nd class compartment
• Too many people… people every where
• I wondered how people can belief in God or Gods in such poor conditions
• Men staring at us constantly and finding any silly comment or question to approach us
• A day tour in Jaipur where the guide took us to lots of shops just for getting some commission
• Trains delayed. All stations are full of people sitting or even sleeping on the floor
• Poverty. Beggars including children asking for food and money
• People taking a bus and using the windows to get inside.
• Working conditions of those in slum areas. I can’t understand how people manage to live and work in such environment
• A tiny house for about 7 people
• Strong and disgusting smells in some places. I couldn’t cope with them easily
• Finding out at 11pm that that our booking had not been done by the hotel. They didn’t care at all
• Lots of paper work and waste of time in dealing with tickets, hotels and even internet cafes. For using internet you need to show passport and they take a copy of it. Too much bureaucracy
• Feeling vulnerable and weak sometimes
• Not sure if there are rules for driving. You can find yourself surrounded by cars, bikes, motorbikes, tuk tuks, cows, dogs, trucks and lots of people walking into all directions
• Children barefoot, naked, dirty, crying, sleeping on floors… looking at them broke my heart
• Trying to communicate with some people who didn’t know English
• Asking many times different people the same question just to double check
• Very often you have power cuts in some places
• Not feeling well after eating
• Toilets. It is just a matter of getting used to Indian style but cleaning conditions are very poor

What I enjoyed from India


- Tasty food (sometimes too spicy for me) but lovely
- People helping us when we were confused or lost
- Indian people asking for photos and making us feel like celebrities
- Nice hotels we could easily afford
- Funny and cute monkeys everywhere
- An express train with AC and meals included
- Very cheap train tickets. 2nd Second class tickets are great if you want to know what is to be in the middle of hundreds of people pushing in all directions.
- Music played by 2 guys in Jaipur with 2 snakes
- No need to worry about fashion. I wasn’t concerned of my appearance as I didn’t have many alternatives
- Walking near Tibetan monks
- Mc Leod Ganj has a beautiful mountain landscape with fog and cold weather and lots of rain
- Children smiling when we wanted to take photos
- Majestic temples decorated with plenty of colours, images and offerings
- Golden Temple in Amritsar: lovely music and ceremonial rites
- Using a filter bottle all the time gave us some peace of mind
- You definitely develop mental strength
- Standing in front of the Taj Mahal in a sunny day and seeing it later in the evening from the hotel
- “Lonely planet guide” was extremely useful
- Buddhist meditation retreat and holding silence for 9 days. There I had the chance to meet people from all over the world and it was amazing to see so many young people interested in Buddhism
- People in general are not aggressive when negotiating prices. They make fun of it always trying to take an advantage of you
- Music in general and musical videos are quite jolly
- Autorickshaws or tuk tuks are part of the adventure. Luckily we didn’t crash
- Getting a picture of Ganesha in Friendship’s Day from some friends we met in Matheran
- The way Indians move their heads to say yes was a bit confusing at the beginning
- Beautiful nature when going out to the countryside
- Visiting Acropolis branch in Mumbai and meeting some members there. I felt at home
- Getting wet sometimes because it was the rainy season
- Practising salsa many times with my boyfriend
- Horse riding in Matheran, including the 3 times the horse wanted to stand on 2 legs
- Shrines in houses, shops, streets, and everywhere. Religion is part of life
- I became more religious as I was praying almost all the time for our health and safety
- Visiting the official residence of the Dalai Lama and some other Tibetan temples

A bit of India


To be honest I am not really sure where to start and what to say about 4 weeks travelling in India. Definitely not enough time for such a big country but probably enough for me to get an idea as on a few occasions I found myself counting down the days to return to London. There is no word in the dictionary to describe what India inspired us, maybe diverse, maybe challenging, maybe complex could be some options. It is a mix of feelings and thoughts constantly like a rollercoaster with ups and downs and then you are happy, later sad, then confused, then excited, later tired or exhausted, and so on. It turns into a very interesting opportunity to see yourself dealing with lots of challenging situations almost all the time.

I have to recognise that I found more than I was looking for and I feel grateful now to each single experience I had there, especially those 10 days in a Buddhist meditation retreat in the middle of the mountains. I decided to write a list of the things I liked and enjoyed, and also another list of the things that made me feel not happy at all and inspired reflection. Based on a diary which we managed to write everyday with our top 5 impressions I am going to share them with you as I know some people are already waiting to hear them.

Now I understand clearly why it is said that once you go to India you will never be the same again. You discover another reality and see with your own eyes many things you are not used to. You have two options: getting crazy or welcoming whatever comes with an open mind. I tried most of the time to have the second option of course but there is no doubt that sometimes I felt like I was spending my summer holidays in the wrong place. I realize much more than before how lucky I am and I have been in my life. My struggles are at a different level. And I was glad I was not on my own for the first 17 days and travelling with my boyfriend was a considerable help... Love is always a great support!

I would like to express my gratitude to all those who gave us some help and advice. (Thanks Asia, Miha, Tanu, Lambert, Sivan and thanks for all those who were in contact with us during the trip). With no further comments, here are the lists. I should advice future travellers that no matter how prepared you think you are in terms of reading and hearing some other people’s experiences, once you land in such a complex country you have to face a huge but interesting challenge and make your own journey to make the most of it.

martes, 26 de julio de 2011

Breve historia de un amigo virtual



Hace algún tiempo inicié una amistad virtual que hoy en día me demuestra lo poco sano y honesto en lo que lo virtual puede llegar a convertirse. A través de facebook acepté los elogios a mis entradas en el blog que escribo y así fue como empezó el intercambio con esta persona, la cual no identificaré con nombres porque no hay necesidad. Mi placer de compartir ideas y experiencias alzó vuelo y sin pensarlo dos veces abrí mi privacidad para expresar lo que en ese momento estaba viviendo y no sentí desconfianza alguna para dejar que mi corazón se viera al descubierto por alguien que no me conocía. Mis ojos solo vieron una posibilidad natural y limpia de interactuar e intercambiar vivencias personales, sobre todo aquellas en el plano de lo emocional.

Había entonces un poco de complicidad en los emails que nos escribíamos. A veces preguntas y situaciones que me hacían pensar. Yo me tomaba el tiempo para responder y dejar fluir mis propias convicciones frente a lo que se me interrogaba. Ahora que releo los mensajes, y afortunadamente es así, no hay nada en absoluto que cambiaría porque me di la oportunidad de ser yo en esas líneas. Sin embargo creo que hay una clara lección por aprender y de ahí que me haya motivado a incluirlo en mis reflexiones. Lo virtual no es necesariamente un espacio seguro y las intenciones de quienes se acercan a nosotros no las conocemos en absoluto. Facebook tiene su luz y tiene su sombra, como todo en este mundo. Hay mayor posibilidad de sentir la energía de alguien cuando estamos frente a aquella persona y tomando un café discutimos un tema cualquiera. Ahora que los meses han pasado y este personaje no ha hecho aparición, no me cabe la menor duda que detrás de un perfil creado se escondía, probablemente, otro ser que no es capaz de mostrar su rostro sino que prefiere usar una máscara para de esta manera jugar un juego en el que yo ya me he retirado. A veces me inquieta pensar los motivos que llevan a alguien a optar por este tipo de propuesta.

Yo escojo mejor la relación madura, transparente y humana en donde no hay temor a compartir nuestras victorias y fracasos, en donde el corazón puede abrirse y mostrarse como es, en donde puedo sin temor alguno decir los errores que he cometido y los triunfos que a veces me hacen sonreír. Y para este tipo de relación mi alma está más que dispuesta porque soy una convencida en la necesidad de acercarnos a los otros, de sentirnos como hermanos en un mismo barco, de contarnos nuestras propias historias de vida y aprendizajes.

De cara a la oscuridad


Creo recordar algunas oportunidades cuando estaba en el grupo juvenil JANOS (de Nueva Acrópolis) donde salíamos a acampar y nos aventurábamos a lo que fuera: a caminar, a escalar, a pasar por ríos, a embarrarnos de pies a cabeza; cualquier desafío propuesto por nuestros instructores era una maravillosa excusa para probar nuestra juventud. Con ello pretendíamos afirmarnos de manera positiva en el potencial que otros sabían que teníamos porque cuando uno es adolescente no hay esa certeza y es poco lo que está impregnado de claridad. Sin embargo, habían ganas, entusiasmo, energía y valentía para decir si y aceptar la invitación a aquello que implicaba correr riesgos. Fue entonces en aquellos años que tuve mis primeras experiencias en la naturaleza y en medio de bosques seguro que hubo temor, especialmente cuando me encontraba sola como parte de algún ejercicio asignado.

Esta vivencia es exactamente la que he vuelto a tener y aunque fueron tan sólo unos segundos en medio de un bosque oscuro, denso y misterioso, muchos fueron los pensamientos que atravesaron mi mente. Definitivamente el poder que tiene la mente es algo que me sigue siendo interesante e inquietante, porque pareciera que cualquier práctica espiritual tuviera que estar atravesada por el aspecto mental. Me produjo temor el estar de cara a la oscuridad en medio de gigantescos árboles que parecían transformarse en monstruos, los sonidos aumentaban su volumen, imágenes creadas por mi propia imaginación jugaban conmigo mientras yo tenía mis pies en la tierra. Me permití sentir algo de frío en el cuerpo pero al mismo tiempo me repetía como una consigna que el sendero me era familiar, que habían otros compañeros cerca caminando como yo, que no había peligro en la naturaleza. Pero desafortunadamente hemos olvidado ese vínculo que tenemos con la Tierra, con la Naturaleza, y por eso creo yo, nos genera miedo.

Es como cuando de niños creemos que debajo de la cama hay monstruos o en el closet se esconde un fantasma, y nos asusta la ausencia de luz cuando es la hora de dormir, o incluso vemos figuras proyectadas en las paredes creadas por algunas ramas de árboles que danzan con el viento. A veces incluso soñamos con criaturas a las que nos enfrentamos o simplemente nos atemorizan. Todo lo anterior forma parte de un juego mental que si no aprendemos a conocer y a controlar nos llevará a abismos de dudas y montañas de inseguridades. Y entonces cada nueva decisión que llega a nuestra vida nos paraliza porque creemos no tener la respuesta o a veces nos distraemos buscándola afuera cuando finalmente recordamos que está en nosotros. Ahí donde no solemos mirar, ahí está a nuestra espera de ser descubierta.

He regresado a la ciudad y no hay bosques físicos en los que experimentar de nuevo, pero si hay otro tipo de bosques, aquellos que habitan en nuestras mentes. Esos en donde caminamos, nos extraviamos, nos confundimos, vislumbramos de nuevo el camino, nos distraemos de nuevo, nos topamos con otros seres, y hasta nos generan temor porque no hay manera de permanecer en ellos sin que tengamos que sacar el espíritu guerrero de lucha y de sed de victoria.

martes, 12 de julio de 2011

Todo termina en la basura


No siempre, o diría yo, pocas veces somos conscientes de las cosas que adquirimos, de todo aquello que compramos con el objetivo de saciar nuestra sed de consumo. Hace unos días acompañaba a mi pareja a llevar a un lugar especial algunas cosas que ya no necesitaba, cosas que no hacían parte de la lista de lo que él deseaba guardar. Como sé lo que es de vez en cuando salir de cosas, organizar, botar, regalar, donar, me uní con la mejor intención de disfrutar esta limpieza.

Pero mi actitud se fue transformando cuando al acercarnos a aquel lugar se trataba de algo así como un basurero donde todo es destruído. Cualquier objeto que se entregue es vuelto trisas. Por supuesto que se trata de reciclar pues todos los contenedores están organizados por material. Pero al observar la cantidad de cosas que había y que la gente llevaba me encontré a mi misma sintiendo algo de dolor en el pecho. No podía creer que libros, tarros, cds, televisores, floreros, espejos, cojines, en fin, todo lo que es llevado es destruido por unas máquinas gigantes que cumplen dicho papel. No sé si esta vez exagero con mi sentir pero me imagino que en un país como Alemania tiene otro tipo de problemáticas en donde este escenario no viene al caso. Sin embargo, y aceptando que es una opción para muchas personas ir a dejar lo que no desean, me quedé con la reflexión que todo lo que alguna vez adquirimos, no importa si es costoso o barato, si es grande o pequeno, todo, termina en la basura.

Porque dudo que haya algo de lo que ahora poseo que seguirá siendo conservado por mis próximas generaciones. Y entonces me topo de nuevo con lo efímero que es este mundo y con lo natural que se nos ha vuelto adquirir cosas que duran un tiempo para luego reemplazarlas por otras y otras y otras. Lo cierto es que nada que sea realmente esencial pertenece al mundo del mercado. Nada de aquello que nos otorga felicidad lo podemos adquirir a cambio de unas monedas. Nada de lo que es espiritual se vivencia a través del mundo absurdo del consumo y el materialismo. Por eso no debemos temer a reducir nuestro equipaje ni a regalar, ni a donar, ni a salir de cosas que no nos pertenecen ni son tan importantes para nuestra felicidad. Pienso en la opción de un viaje, ya sea en este mundo o al que viene, y eso me impulsa a comprender que no hay nada material que me sea esencial. Yo estoy segura que es mucho lo que aun sigo guardando porque sin duda nos apegamos a las cosas, a lo que algunos nos han dado, a lo que creemos que necesitaremos en algún momento, a lo que nos ha costado esfuerzo, pero al final nada podrá ser llevado con nosotros. Esta sociedad está hambrienta de sueños y esperanzas.

Lo que necesitamos no son más celulares ni televisores ni laptops ni máquinas que hagan las cosas por nosotros. Lo que realmente necesitamos es abrir los ojos hacia lo que es realmente esencial. El problema y como lo dice el principito “Lo esencial es invisible a los ojos”. Ahí está el secreto y mientras más tiempo nos tome, más será la basura que en unos países destruirán mientras en otros se mendiga por el pan.

miércoles, 1 de junio de 2011

La prueba está en perseverar


Hace unos días la vida me sorprendió con lo que a veces llamamos “malas noticias” pues no es posible hacer el curso que pretendía hacer el siguiente año lectivo en el colegio donde trabajo. El colegio había manifestado el apoyo pero eso no fue suficiente debido a otros requisitos que deben cumplirse, entre esos el de tener experiencia como docente en el Reino Unido. Para quienes saben de mi proceso conocen que actualmente me desempeño como Asistente y sin embargo he asumido clases por iniciativa propia y por el placer que me causa el estar frente a unos niños. Me alegra si ellos aprenden a mi lado pero me atrevo a decir que soy yo la que aprende más al escucharlos.

Y entonces aquella torre de ilusiones se vino abajo y me reencontré de nuevo con aquellas lágrimas que con rapidez evocaron derrota y una sensación de impotencia en el pecho que me nubló por unas horas el panorama. Me sentí en una dimensión desconocida sin claridad, sin norte, sin esperanzas, y todo porque el enseñar para mí siempre ha tenido gran importancia y encontrar obstáculos para hacerlo no es sencillo de aceptar. Dejé el colegio sin motivación alguna, de hecho mi última hora enseñando teatro fue como estar ahí pero solamente en cuerpo porque mi mente era testigo de una profunda confusión y avalancha de pensamientos de todo tipo. Es interesante observar como nuestra personalidad reacciona y como fácilmente nos dejamos invadir por sensaciones de dolor, de rabia, de temor. Yo trataba de observar mis reacciones al tiempo que me repetía a mi misma la consigna que yo misma elegí para este año: “Todo llega a mí en el tiempo correcto”. Sin embargo digerirlo era más complicado aún porque pensaba en mi futuro, en lo que quiero, en las metas que me he trazado, en el tiempo que corre constante, en el afán por ver resuelta mi situación, en el que no quiero darle larga a lo que considero es lo que hay que hacer, en fin, tantas y muchas más ideas que impidieron ver la luz.

La mañana siguiente el sol trajo consigo un poco de luz y cada día ha sido así porque empiezo a notar que todo tiene una razón de ser; que desde el viernes las piezas que se movieron de este gran rompecabezas comienzan a ordenarse y apenas ahora creo ver la imagen. Otras puertas se abrirán – como siempre lo he dicho – y esta historia será un capítulo terminado como quien lee un libro y ansía conocer lo que sucederá en el siguiente capítulo. El libro no está a la venta en ninguna tienda sino que es aquel que nosotros vamos escribiendo con nuestros pasos y decisiones; unas páginas se convertirán en nuestras favoritas y otras evitaremos leer de nuevo aunque el aprendizaje será nuestro, eso no nos lo arrebata nada ni nadie. A veces la prueba está en perseverar, y si de eso se trata, yo me levanto ahora con la confianza en que un día celebraré este logro.

lunes, 30 de mayo de 2011

Hasta trotando se aprende


Hoy ha sido hermoso desde que en la mañana acepté una invitación a trotar. Quienes me conocen saben lo poco deportiva que soy pero como si me gusta la idea de hacer cosas nuevas, la idea de tratar algo a lo que no me he expuesto antes, encontré rápidamente la ropa apropiada mientras la sábana marcaba todavía mis mejillas. Si tuviera que escoger un ejercicio optaría por el de caminar pero esta vez se trataba de trotar. Poco sencillo es encontrar el ritmo en el que uno no se canse pero en el que haya también un poco de esfuerzo. Percibía con mayor agudeza los latidos de mi corazón y escuchaba mi respiración ruidosa como posible expresión de mi cansancio inicial.

A veces en la vida suele sucedernos algo parecido cuando damos cabida a algo nuevo, cuando nos atrevemos a decir si a algo que desconocemos pero que en el fondo nos atrae en medio de ese misterio. Mientras trotaba observaba lo que había a mi paso: la calle, las flores, avisos publicitarios, personas, semáforos, y luego en el parque: árboles, otras personas trotando, piedras, perros, pájaros. Todo parecía estar en su lugar mientras yo rompía el silencio con el sonido de mi trote y alguna que otra queja excusándome en el hecho que nunca antes había trotado. Evoqué la frase “Eres más fuerte de lo que crees” porque curiosamente sentía aquel impulso a seguir adelante a pesar que mis piernas débiles me sugerían lo contrario. Pensaba en la meta como aquel regreso a casa en donde podría gozar de un buen desayuno, una ducha y porque no, de un merecido descanso. Y entonces la meta se robó mi posibilidad de estar en el momento, de estar presente con conciencia en el trote porque mi mente fantaseaba con lo que iba a ser en unos minutos más tarde. En ocasiones que he practicado el caminar conscientemente percibo lo complejo que es mantener nuestra mente atenta en cada paso que se da, regalarnos la sensación de sentir nuestro peso, nuestros pies tocando el suelo, nuestra respiración, nuestro ser ahí presente en cuerpo y mente. Y puede que trotar sea igualmente una oportunidad para retarnos a hacerlo sin visualizar la meta – contrario a como lo hice yo – sino con la manifestación de ese poder que nos permite estar presentes.

Pocas son las veces en las que nos detenemos a sentir como es nuestra respiración porque funciona de manera automática y no nos toca recordarle al cuerpo que lo haga. Sin embargo y he de señalar que esto es parte de lo que he aprendido en cuanto a la meditación, el solo acto de respirar es una puerta de acceso al meditar y cuando hacemos el intento de concentrarnos en ese simple pero mágico acto de la respiración nos damos cuenta lo inquieta y traviesa que es nuestra mente. Aún recuerdo mi primer día de meditación en un centro budista en donde yo anhelaba descubrir la fórmula mágica y el misterio de la práctica meditativa mientras mi profesor se limitó a introducirnos en la respiración consciente. Y con eso tuve suficiente para comprender que el camino es largo para aquel que quiere ser dueño de sí mismo, para aquel que quiere tocar las puertas del Nirvana.

Yo seguiré, ya sea trotando o caminando, pero con la tarea constante de hacerlo con todo mi ser, con la conciencia despierta porque la experiencia de unos segundos conscientes es como tocar otra dimensión. Creo la he llegado a tocar en algunos momentos pero sin duda hay una fuerza que me jalona hacia abajo cuando lo que deseo es volar alto y perderme en la lejanía.

De nuevo entre nubes


Cuando era niña solía celebrar el año nuevo con la tradición de salir corriendo alrededor de la cuadra cargando una maleta de viaje pues según dicen eso es augurio de viajes en el año que se inicia. Entre más grande la maleta parece ser que el viaje es más largo. (Con tal que no se trate todavía de aquel viaje al otro lado!). Junto con mi hermana disfrutábamos la idea de correr y soñar con destinos, los cuales en un principio se reducían a Palmira, Bogotá y el más sorprendente cuando vivía en Colombia fue viajar a Panamá.

Hace ya casi tres años que vivo en Londres y desde entonces la vida me ha permitido realizar numerosos viajes y es por eso que con frecuencia me encuentro de nuevo entre nubes. Y no me quejo aunque a veces resulte agotador porque cada viaje representa un paso hacia dentro de mi misma. Es como la historia del alquimista que en busca de respuestas realiza un largo viaje que termina exactamente en el lugar de inicio pues todo, y aunque nos suene un poco increíble, todo está en nuestro interior. Sin embargo me inclino por la idea de darle a los viajes externos una connotación especial porque desde mi punto de vista son necesarios, nos permiten tener acceso a zonas desconocidas que tan sólo se hacen visibles cuando nos exponemos a otros lugares. Conocer otras personas, probar otras comidas, visitar museos, templos y parques, tomar algunas fotos, observar la arquitectura, conversar con alguien que se cruza en el camino, todo lo anterior brinda aprendizaje y eso es lo que me resulta fascinante. Ya no corro como lo hacia antes pues mis pasos se han vuelto más meditativos; ya no siento la urgencia de hacer mucho en poco tiempo sino que prefiero menos pero con conciencia; ya mis ojos curiosos tienden a esconderse detrás del silencio de quien observa sin carreras.

Cada año visualizo y planeo aquellos lugares que por algún motivo llaman mi atención, porque quizás alguien me ha dicho o lo he leído en alguna parte o porque se conecta con la filosofía a la que he tenido acceso. Viajar me resulta inspirador porque me hace sentir pequeña en medio de lo inmenso y variado que es mundo. Viajar rompe con mis paradigmas mostrándome otras formas, otras opciones de vida, otras y variadas manifestaciones que no han sido aquellas con las que he crecido. Cada lugar tiene una belleza particular, una historia que contar y un legado por transmitir, por eso conocer gente facilita que conozcamos el mundo a través de otros ojos. Muchos son los países que me faltan por visitar, creo mi padre está llevando la cuenta, y para ser sincera no sé si llegue a una edad en la que viajar deje de ser una de mis actividades favoritas. Me imagino que uno cambia, los compromisos son otros, lo que hoy es urgente dejará de serlo, lo que me hoy me preocupa reducirá de tamaño con el paso de los años. Viajar es una posibilidad que nos brinda el mundo moderno en donde en tan sólo unas horas nos transportamos a lugares distantes, mostrándonos que no hay fronteras y que somos ciudadanos del mundo.

Pero el viaje más importante y especial es aquel que realizamos dentro de nosotros mismos porque es un regalo que deberíamos darnos más seguido. Entre más lo hagamos más increíbles son las sorpresas que encontraremos pues son muchos los tesoros esperando a ser descubiertos. Buen viento y buena mar!

viernes, 22 de abril de 2011

Vámonos de vacaciones


Hace unos días leía un texto filosófico sobre las vacaciones y como en un inicio dichos días (“holidays”) estaban inspirados en días sagrados en donde se dedicaba un tiempo a Dios. Poco o casi nada sabemos hoy al respecto porque lo que primero nos preocupa es saber que podemos desconectarnos de todo, incluso de Dios por absurdo que esto suene. Cuando pensamos en las vacaciones usualmente tenemos algunas ideas en mente de lugares a los que queremos ir, muchos de estos lugares suenan atractivos porque otros nos lo han dicho o porque en algún lugar hemos leído o visto algún programa. También es común que hagamos una pequeña inversión en dichos viajes que nos llenarán aparentemente de tranquilidad y energía renovadora para que una vez las vacaciones se acaben la rutina regrese sin miedo alguno a imponerse en nuestras vidas.

Qué paradójico es que hayan ocasiones en las que regresamos cansados luego de las vacaciones e interesante es pensar la motivación que hay detrás de cada uno de nuestros viajes e incluso reflexionar en esa necesidad que tenemos de desconectarnos de aquello que hacemos cotidianamente. Así me he sentido en estas casi tres semanas de vacaciones en donde poco he tenido que hacer respecto a mi trabajo porque tan sólo me fue necesario dedicar algunas horas para coordinar algunos detalles en relación a lo que enseñaré el próximo periodo. De resto puedo decir que casi todo tuvo algo de desconexión. Y lo he disfrutado tanto al punto que ahora que sé que pronto regreso a Londres me invaden estas inquietudes. Aquello que hago debe generar tanta pasión en mí y amor que no me den ganas de salir corriendo cada vez que puedo de donde vivo.

Sin embargo, viajar siempre me ha atraído bastante y debo reconocer que el poder hacerlo me ha ofrecido experiencias increíbles que dudo podría tener si me quedo en mi cuarto. Viajar me ha abierto los ojos a lo desconocido, a la variedad, a lo que es diverso y válido en todas sus manifestaciones, porque cada lugar tiene su propia historia, sus propios personajes, costumbres, celebraciones y hasta podría decir que eso tiene que ver con el comportamiento de la gente que conozco. Viajar ha cuestionado mis preconceptos de las cosas cuando me enfrento a algo con las ideas que he ido construyendo y luego las encuentro vulnerables. Y ahora no le temo a eso porque me ayuda a romper con lo que es rígido en mí, porque me enseña a ser flexible y tolerable, me invita a ver la vida y el mundo como una expresión hermosa en su multiplicidad. Me imagino que habrá algún momento en el que viajar pase a un segundo plano, quizás la etapa en que desee construir una familia, pero por el momento me temo compartirles que mientras la vida me lo siga permitiendo y yo pueda asumirlo, viajar seguirá siendo un medio de descubrir lo que soy. Cuando viajo hay motivos suficientes que hace que me detenga a observar, a preguntar, a escribir algunas líneas inspiradas en cualquier pequeño detalle que deja de serlo por unos instantes para hacer que mi pluma se active.

Yo no pretendo desconectarme de Dios porque lo llevo a donde voy o mejor dicho, Dios está de todas formas en todas partes a donde vaya. A veces noto su presencia y otras veces es tal mi distracción que otras son las cosas que captan mi atención. Pero es gracias a los viajes que he realizado que cada vez que hago maletas me preocupo menos por lo que llevo porque sé que, como dijo mi hermana cuando yo tenía mis dudas de venir a Londres, lo que necesito lo llevo dentro de mí y aunque no está ocupando un espacio en mi equipaje es el más valioso tesoro que poseo.

miércoles, 20 de abril de 2011

Descubriendo


Cuando miro hacia atrás
veo el camino transitado
y observo que a mi paso
unas huellas he dejado.

Y entonces sonrío por lo logrado
pero también lloro
por aquello que con miedo y duda
he abandonado.

Cuando cierro mis ojos
por unos instantes,
un abanico de colores
trae consigo una luz brillante.

Y esa luz me ciega,
no me permite vislumbrar
no me deja transitar
hacia el horizonte que me espera.

Sin embargo, algo en mi me impulsa
a retirar el velo ilusorio,
aquel que me impide descubrir
que la vida es más que oro,
que mi alma sigue joven,
que mi cuerpo grita vivo
por todo lo que he aprendido.

El anterior poema, si es que puedo darle dicho nombre, lo escribí hace unos años y hoy organizando mis archivos me he topado de nuevo con este texto. He hecho algunas modificaciones y ahora lo comparto en mi blog.

jueves, 14 de abril de 2011

Lo que no encuentro en el mercado


Son tantas cosas que pudiera adquirir porque afortunadamente cuento con la estabilidad económica para hacerlo, el problema es que aquello que quisiera no lo encuentro en el mercado, no existe tal lugar por más que me dedique a buscarlo. Ni siquiera el dinero que tengo es suficiente porque no se trata de algo físico, ni una posesión material sino de lo que yo llamo “sentido de vida”. No hay tienda que ofrezca el producto ni se consigue por internet, ni lo prestan, ni lo alquilan, ni lo dan gratis en alguna esquina, y estoy segura que en caso hipotético de que existiera tendría que ofrecer un servicio de 24hrs porque las filas de personas dispuestas a adquirirlo serían bastante largas. Cada vez que compro algo surge una sensación de vacío porque desde el primer momento sé que aquello que estoy comprando no me hará feliz, tan sólo servirá de entretenimiento a una mente insaciable de deseos y caprichos.

A veces logro detenerme, dejar el producto en algún lado y salir con paso reflexivo de una tienda. En otras ocasiones la reflexión me llega después cuando ya soy poseedora de dicho producto, sin que – como mencionaba anteriormente – el vacío se haya resuelto. Que mentira la de creer que somos más cuando más tenemos. Que falacia es pretender acumular más y más cuando lo que la vida nos enseña que entre más ligero y liviano el equipaje mejor para el aventurero. Que fuerte es el bombardeo de los medios que por todos lados nos hipnotizan y nos crean necesidades, nos manipula, juegan con las debilidades de nuestra personalidad para finalmente hacernos creer que esta sociedad de consumo es el mejor sistema que existe. Confieso que yo igualmente me siento a veces atrapada en una jaula mientras mi alma grita con deseos de extender sus alas, de ser libre, de explorar el mundo fuera del sistema en el que vivimos y dar más valor a aquellas cosas que son invisibles pero no por ello menos valiosas.

Que difícil es protegernos y mantener la distancia a la infinidad de opciones que nos venden para vernos más jóvenes, para sentirnos más bellos, para estar a la moda, para estar a la altura de otros, para entrar en lo moderno y tecnológico, para y para y para, mil razones que nos suenan atractivas cuando estamos vacíos, cuando algo en nuestro interior no está del todo conforme. Dónde encontrar entonces aquel mágico elemento? Cómo adquirir el sentido de vida? A cambio de qué se me dará? Porque tener un sentido de vida, saber por lo menos un poco del norte que nos guía e inspira, es un compromiso en donde hay que obrar en consecuencia con lo que se espera de mí, o mejor dicho, con lo que yo espero de mi mismo. Los días entonces dejarían de ser una expresión del inevitable paso del tiempo, y se convertirían en oportunidades de crecimiento, de aprendizaje y de mayor conciencia en los pasos que damos.

domingo, 10 de abril de 2011

Somos un poco de todo


Gracias a las inquietudes de una de mis lectoras y amiga inspiradora en el ejercicio de escribir, he recordado las enseñanzas que hace algunos meses tuve la posibilidad de escuchar en una conferencia sobre filosofía budista. Al terminar la charla no sólo se produjo en mi un cambio mental sino que además sentí un alivio en mi alma porque comprendí que “somos un poco de todo”. Pretender ser perfectos es un absurdo y un desgaste que no vale la pena y al decir esto lo reconozco en público y con humildad que me rindo en esta lucha.

Soy un ser de luz pero también poseo oscuridad. Amo y odio, grito y callo, oro y me quejo, pienso y siento, vivo y muero a diario. Cuento con claridades pero son muchas y variadas las inquietudes que con frecuencia florecen. Sé que tengo cualidades y virtudes – ustedes las conocen más que yo – pero tengo igualmente debilidades que permanecen y a veces hasta las encuentro más fuertes que antes, causándome un pequeño dolor en el pecho. He tenido logros y conquistas pero tan sólo mi alma sabe las veces que he llorado ante el fracaso, cuando tropiezo y en el suelo me rehúso a aceptarlo. Disfruto repartir sonrisas y comentarios graciosos que alegran y divierten a quienes me rodean, pero también se frunce mi seño, se ruborizan mis mejillas, se hacen nudos en mi garganta cuando hay algo en frente que no logro digerir.

Soy feliz cantando, bailando – incluso sola en mi cuarto -, leyendo, escribiendo, soñando, fantaseando con mi mente, cerrando mis ojos al escuchar una pieza musical, dejando expresar mi sensibilidad, sintiendo el agua recorrer mi cuerpo, viéndome desnuda frente a mi espejo interior, hablando con gente de temas que considero profundos, observando la gente y lo que hay a mi alrededor. Siempre he creído que soy muy sociable y más de 300 amigos en facebook apuntarían a confirmarlo. Pero temo confesar que he empezado a notar que no construyo lazos fácilmente, que en ocasiones se me hace difícil abrir el corazón y entonces me cubro como si necesitara protegerme, como si algún temor inconsciente brotara de la nada. Y pido disculpas si alguna vez lo han notado, si parezco estar escuchando y no lo hago por el egoísmo ridículo de tomar la palabra y derramar cual cascada mi discurso.

Mi alma sabe y conoce lo que es puro y verdadero. Por eso se me permite recordarlo y reflexionarlo con bastante frecuencia. Confieso finalmente que quien realmente me conoce ha visto ambas caras de la misma moneda: una hermosa y quizás atractiva, otra oscura y destructiva. El poder aceptar esto en mí me facilita reconocerte a ti, a quien ahora lee estas líneas, como un ser que tiene derecho a expresarse en sus múltiples facetas sin necesidad de ocultarlas ni negarlas. Poder ser quienes somos, sin velos y sin la preocupación de defraudar aquellos que esperan y desean que seamos de otra forma, es la expresión más grata y satisfactoria que podemos regalarnos a nosotros mismos.

viernes, 8 de abril de 2011

El despertar


Había amanecido nuevamente. Eso le recordaba a aquella mujer que un día nuevo había empezado, que la vida una vez más le obsequiaba la oportunidad – obsequio que se reducía en 24 horas más -. Deslizó su cuerpo y agregando voluntad se levantó de la cama como solía hacerlo a diario pero esta vez notó que algo había cambiado. Aquel lugar en el que se encontraba ya no le era familiar sino extrañamente desconocido. Dudando de sus pasos decidió recorrer la oscura habitación. Esta no era muy grande y para mayor sorpresa no tenía ni puertas ni ventanas, tan sólo se veía un gran espejo hacia el fondo. La mujer lentamente se acercó a él con un poco de miedo pues aún no comprendía lo que estaba sucediendo. Al hacerlo vislumbró la imagen de una niña con mirada transparente, cabellos claros, piel blanca y en cuyo rostro se dibujaba una sonrisa. La mujer cerró los ojos por un instante y sin poder evitar las lágrimas brotaron al reconocer que la pequeña era ella misma hacía unos años atrás. Muchos recuerdos vinieron a su mente; evocó a sus padres – con quienes ya no vivía -, sus palabras, los momentos compartidos y todos aquellos lugares que había conocido. Recordó sus canciones favoritas, las muñecas que adornaban su escritorio, los juegos con sus amigas del colegio, las travesuras, las promesas de amistad eterna, las fiestas, el circo, la navidad, los sueños…. y tantas cosas vividas y hasta entonces olvidadas.

Se apartó rápidamente del espejo queriendo esquivar ese sentimiento que la invadía y en una esquina de la habitación dejó caer su cuerpo, debilitado y triste por el inesperado encuentro. Se mantuvo en silencio intentando organizar y comprender sus ideas y devolviéndose en el tiempo encontró que no todo lo que había soñado de niña se había realizado, que muchas habían sido las cosas que se habían modificado y que talvez había sido muy ingenua al creer que en sus manos estaba el destino. A pesar de ello, cierta tranquilidad penetró su ser en los siguientes minutos y aceptando lo que había sido, lo que había hecho y dejado de hacer, rompió por primera vez un eslabón de aquellas cadenas que empezaban a ser visibles para sus ojos. Entonces, fue como tomar de la mano a la pequeña y descubrir que eran una, que estando separadas hoy volvían a juntarse de nuevo con la seguridad de que permanecerían así hasta el final de su existencia.

El tiempo galopaba constante mientras la habitación seguía oscura, solitaria y silenciosa. Por segunda vez, la mujer decide acercarse al espejo, algo inquieta por lo que vería pero con la certeza que no estaba sola. Una luz blanca brotó del centro encegueciendo por un momento a la mujer. Cuando pudo recobrar la visión, miró de frente a una joven atractiva, de cuerpo esbelto, cabellos largos, rostro tierno pero mirada perdida. De nuevo sus ojos parecían empaparse e intentando articular palabras emitió un grito desesperado al reconocer y revelar que su alma de joven había estado vacía mientras su cuerpo cautivaba a muchos hombres a su alrededor. No contando con muchas fuerzas para desplazarse, colocó sus manos sobre el espejo queriendo por un segundo romperlo pero, en el fondo algo le decía que no era necesario o más bien, que no serviría de nada pues lo que debía seguir rompiendo eran las cadenas que la ataban, aquellas que crecían y se hacían más fuertes con el paso de los años. Respiró profundamente y arrodillándose pidió a la diosa Atenea le indicara el camino, pues todo era oscuridad en su vida y la antorcha que creía tener se había desvanecido por lo ocurrido en la habitación. En pocos minutos la mujer quedó profundamente dormida.

Mientras ella descansaba, algo extraño empezó a suceder. De su pecho surgió una guerrera con silueta elegante y armadura que reflejaba las antiguas batallas. Portaba una espada, cómplice de las continuas luchas en las que participaba y tomándola entre sus manos y elevándola hacia el cielo taciturno, la colocó al lado de la mujer que yacía dormida en ese lugar. Algunas horas transcurrieron para que ésta despertara y con asombro encontrara el mágico objeto. Al verla, detalló su belleza pero también su filo, capaz de derrotar a cualquier minotauro. Al cogerla y acercarla a su cuerpo, un aire de victoria se percibía en el ambiente. Con una inspiración y una fuerza interior que no lograba comprender con la razón, la mujer se puso de pie y mirando con firmeza se sintió dispuesta a continuar la batalla. ¿A quién enfrentaría? ¿Dónde sería la batalla? Con claridad la mujer conocía las respuestas: Lucharía contra sí misma para vencerse, superarse y conquistarse. Lucharía contra sus vicios, miedos y temores. Lucharía contra sus propios dragones. Dicha batalla sólo tendría lugar en su interior.

Fue en ese preciso momento y no antes, que aquella mujer había dado el primer paso en el sendero. Y aunque despertándose inmediatamente en su habitación con un sol radiante en la ventana, ella, sólo ella sabía que lo sucedido: no había sido un sueño….sino real. Su corazón palpitaba aceleradamente al sentirse capaz de remontar el vuelo y perderse en el horizonte. Por fin había llegado el día para hacerlo y su alma lo celebrada. Hoy, son muchos los que como ella buscan salir victoriosos de la gran batalla, esa batalla que no es más que nuestra cotidianidad pero que en ocasiones nos inhibe soñar, volar y llegar hacia costas lejanas y mejores.

jueves, 7 de abril de 2011

Entre las cosas que ODIO

Todos tenemos situaciones, personas, recuerdos, imágenes, ideas, emociones, sensaciones que nos molestan, todas aquellas que generan un sabor amargo en nuestros labios y que difícilmente digerimos con calma y serenidad. Hacernos los sorprendidos con ello no tiene sentido, quizás resulta más interesante identificarlos y aceptarlos como parte del paquete de experiencias humanas que nos corresponden vivir. Por algo se nos presentan y para ser capaces de comprenderlos se requiere madurez y una gran dosis de aceptología. Muchas son las veces en las que me recuerdo a mi misma que poco control tenemos de los acontecimientos externos y en muchas ocasiones nos toman por sorpresa. De ahí que no haya a quien culpar cuando obramos de una manera u otra porque sin duda somos quienes construimos nuestra propia existencia. La música de esta fiesta que es la vida la colocan los de arriba, la forma en que decidimos bailar y gozárnosla es nuestra. Quejarnos del que escoge la música (DJ) es sencillo; criticar los estilos de los otros al bailar es tentador; pero abrir los oídos y percibir el sonido de cada nota musical es definitivamente un reto cotidiano. Ahora sin más preámbulos compartiré de manera reflexiva lo que personalmente tiende a ser una oportunidad de aprendizaje a través de las cosas que odio.

• Odio que sucedan catástrofes naturales en donde somos tan frágiles en relación a la fuerza de la Naturaleza
• Odio que el hombre encuentre razones para pelear, para arrebatar vidas como si se tratase de un juego en el que hay que ganar por encima de todo
• Odio que las cosas no sean claras y que no hagamos nada al respecto para clarificarlas
• Odio que tengamos que justificarnos, a veces incluso cuando lo hacemos sin que haya necesidad, tan sólo por el placer de satisfacer nuestro ego
• Odio que las cosas no resulten como las hemos planeado (es cuestión de flexibilidad!)
• Odio que haya gente, niños, ancianos, discapacitados en las calles mendigando y que poco hagamos al respecto. A veces nos conmovemos y otras veces cerramos nuestros ojos para no ver aquello que nos refleja lo que es “injusto”
• Odio que veamos con mayor rapidez lo que nos separa en vez de nuestras similitudes. Todos estamos en el mismo sendero evolutivo por más o menos conciencia que tengamos
• Odio que lo espiritual se confunda con lo religioso y que además lo religioso se convierta a veces en tema de rivalidad y discusión sin que pueda honrarse lo que la palabra significaba en tiempos pasados
• Odio que no seamos capaces de ser libres, naturales, de ser Nosotros Mismos sin temor alguno al qué dirán
• Odio que la sociedad de consumo nos entretenga cada vez con más posesiones y lo que es peor aún, que creamos que al adquirirlas seremos felices
• Odio que las relaciones humanas se tornen en telarañas de confusiones cuando no hacemos un uso adecuado de la comunicación
• Odio que olvidemos nuestras propias conquistas y logros cuando estamos frente a un nuevo desafío
• Odio que otros sean capaces de ver en nosotros el potencial que nosotros nos negamos a ver porque la autoestima y la confianza en nosotros no es suficiente
• Odio que no seamos capaces de amar abierta y generosamente simplemente porque el egoísmo puede más y poco nos han enseñado a amar de verdad
• Odio que el sexo se convierta en un tabú o en algo de lo cual no estamos dispuestos a compartir con una apertura mental y con la convicción que es medio sagrado de unión
• Odio que el tiempo o mejor, el que hacemos del tiempo, no nos permita en ocasiones abarcar todo lo que quisiéramos hacer
• Odio que nos sintamos jóvenes y de pronto viejos; con proyectos e ilusiones y de pronto con un afán absurdo de ver materializadas todas nuestras ideas
• Odio que tengamos que dar tantas vueltas alrededor de nuestros sueños hasta un día levantarnos con la determinación necesaria para hacerlos realidad
• Odio que empecemos algo, por ejemplo, empecemos a leer un libro y unos meses más tarde nos topemos de nuevo con este tesoro que no hemos terminado de leer. A veces son años después que un libro resulta ser significativo habiéndolo tenido a disposición
• Odio que nos quejemos del clima como si pudiéramos hacer algo, como si tuviéramos el poder divino de escoger cuando llueve y cuando hace calor. Es en la ciclicidad de la estaciones que se esconde la belleza de la Naturaleza
• Odio que circulen pensamientos e ideas destructivas en nuestra mente porque sé el daño que producen
• Odio que no sepamos asumir compromisos por temor a no ser fieles a ellos
• Odio que reacciones con drama y exageración cuando conscientemente sabemos que todo tiene una solución (y si no hay solución pues no sirve de nada reaccionar así)
• Odio que no seamos capaces de tomar riesgos, de aventurarnos a lo desconocido, de probar, de decir Si, de dar bienvenida a otras experiencias
• Odio que creamos tener la razón cuando existen multitudes de creencias, concepciones, estilos de vida, todos igualmente válidos

Entre las cosas que odio siempre hay un espacio para encontrar de nuevo la serenidad, aquella que se nos escurre entre las manos cuando más deseo hay por poseerla.

martes, 29 de marzo de 2011

Nuestra capacidad de asombro


Hace unos días uno de mis alumnos me trajo, con cara de sorpresa, unas hojas rojas que había encontrado en el jardín donde solemos jugar a diario, nuestro “jardín secreto”. Sus ojos casi que brillaban al haberse topado con aquel tesoro natural que alguno de los árboles le obsequiaba. Y más fue su alegría cuando le dije que las guardara en su bolsillo, obteniendo así mi permiso como “adulto” para llevarse a casa aquellas hojas que quizás ya habían culminado su ciclo y ahora se convertían en un nuevo juguete con dueño. No sé a dónde fueron a parar las hojas pues si aquel niño olvidó sacarlas de su bolsillo, puede que hayan recibido un baño en la lavadora o si fueron descubiertas antes por un adulto seguro que a la basura fueron a dar.

Poco es el asombro que nos queda y me pregunto, quién se lo ha llevado o por qué lo hemos permitido. Qué hará que dejemos de ser niños con mentes curiosas y manos exploradoras? Qué es lo que nos trae el crecer y madurar? Por qué nos permitimos que los años nos arrebaten el deseo curioso por ver más allá de lo material? Casi que a diario y gracias a mi profesión observo muchos niños que por instantes se transforman en guerreros al sostener una rama que se convierte en espada; otros viajan por el espacio y visitan otros planetas; otros tocan lombrices sin temor alguno o cogen mariquitas como si tuvieran el mundo en sus manos; otros en cambio son super héroes que gozan de poderes sobrenaturales, luchando contra los villanos. Todos son seres de luz que a través de sus ojos y sus sonrisas me regalan esperanza, nobleza e inocencia. Muchas son las ocasiones en las que me siento de nuevo viva con su sola presencia. Sería maravilloso entrenar a nuestra mente para que vea las cosas como por primera vez, como quien observa una flor que nunca antes ha visto y se detiene para admirar cada pequeño detalle, su color, su tamaño, su textura, su aroma, su delicadeza, su simetría, entre otras. Pero resulta que nuestra mente se encuentra repleta de juicios, de categorizaciones, de paradigmas, de instrucciones que otros nos han dado, de conceptos transmitidos por los medios, y entonces poco espacio queda para la sorpresa y el asombro.

Casi todo termina por ser parte de lo que ya conocemos, de nuestra rutina diaria y es así como cortamos cualquier posibilidad de ver y acercarnos a algo con la mente nueva, limpia y abierta. El intentar recuperar aquello que hemos perdido no solamente es importante sino que además lo profano y ordinario termina generando suspiros e inspiración. Y al caminar nos detenemos a observar la creatividad del ser humano en cada construcción; vemos la expresión de la geometría en una concha marina; vemos la ciclicidad de la vida y la muerte en el día y en la noche; vemos lo sagrado en cada templo, cueva, cima, fuente, río; vemos la diversidad en los rostros con los que nos topamos a diario; vemos lo infinito del universo al contemplar una constelación; vemos u oímos la sinfonía que hay detrás de cada palabra pronunciada, y así es como vemos nuevas luces en donde aparentemente solo había oscuridad. Sólo cuando nuestra alma desee seremos capaces de ver más que la cortina de ilusión en los que los amos de la caverna nos han envuelto.

martes, 22 de marzo de 2011

Qué le pasa al mundo?



En las últimas semanas me he venido haciendo la misma pregunta pero creo no haber encontrado la respuesta aún. Nunca he sido fan de leer periódicos ni de estar pendiente de las noticias pues debo reconocer que sin duda alguna no las encuentro para nada positivas ni alentadoras. A veces lo hago con el objetivo de estar al tanto de la problemática mundial pero lo único que consigo después de hacerlo es retirarme a estados en los que la tristeza y la impotencia rondan sin parar. Considero que a la luz de la filosofía antigua – la cual no tiene que ver con la filosofía académica moderna - hay una lección detrás de cada situación, por dura, cruel o aterradora que nos parezca. Sin embargo esta vez siento que el límite de comprender el sufrimiento humano está por colapsar. Recuerdo ahora a Buda, quien dedicó su vida a encontrar la razón del sufrimiento y propuso un camino recto como medio de evitar los extremos, los cuales son parte de este mundo dual pero nos impulsan a vivir experiencias extremas alejándonos del equilibrio inicial.

Mi corazón se contrae y llora cuando escucho casos en los que el ser humano es violento y destructivo, en donde poco o nada nos importa arrebatar vidas humanas o pisotear a muchos en beneficio de unos cuantos, en donde las palabras no sirven y se reemplazan con armas; y por supuesto, casos en donde la naturaleza provoca catástrofes como las de Japón y Nueva Zelandia, mostrándonos su poder y fuerza. Imágenes que me evocaban películas antes vistas, películas que son ahora realidad en muchas partes y que quienes tenemos el privilegio de no estar afectados solemos ignorar u olvidar. Comentarios de todo tipo surgen y me cuestiono la validez que tienen: que no hay forma de evitar estos desastres, que eso del cambio ambiental es puro cuento, que peores cosas se acercan, que el hombre es violento por naturaleza, que el planeta se expresa como consecuencia del mucho daño que le hemos hecho, que solamente a través de tragedias y adversidad es que nos volvemos más sensibles, solidarios y generosos, que este año astrológicamente trae numerosos cambios, en fin, muchas son las miradas que pueden ser valoradas en torno a nuestra realidad social.

Quisiera quedarme con la más positiva, con aquella que nos recuerde lo importante que es que seamos conscientes de nuestros actos e incluso de nuestros pensamientos porque con ellos podemos irradiar luz o esparcir odio. Reflexionaba un poco en lo transitorio que es nuestra existencia y en el papel que juega nuestro deseo de poseer cosas, de guardar recuerdos materiales, de acumular posesiones, que en el caso de muchos en Japón lo han perdido todo. Todo en cuanto a lo que podemos ver con estos ojos físicos, pero no lo que en nuestra alma habita porque de este espacio sagrado nosotros somos los amos. Sepamos mantener el fuego interno encendido, enviemos luz a aquellos que no la tienen, amor a quienes solo conocen la maldad, perdón a quienes nos han herido con o sin intención, humildad para reconocer nuestras faltas, y por encima de todo, de cualquier situación que debamos atravesar como humanidad, mantengamos la esperanza y la sonrisa siempre lista para quien está a nuestro lado porque finalmente todos somos tripulantes de una misma barca.

jueves, 17 de febrero de 2011

El dilema de tener hijos

Hace días hablaba con algunos amigos del tema y debo resaltar que en aquel grupo yo era la más jóven y eso que ya tengo casi 28. Sé que muchos son los compañeros de colegio o de Universidad que ya han dado ese paso o por lo menos ya se han casado y para ser sincera poco o nada sé si son felices, si la vida les sonríe – espero de corazón que así sea. Mi caso es algo distinto, quizás porque no siento el afán que hace algunos años llegué a sentir. A mis 25 años decidí viajar al extranjero, no sin ello sentir el dolor de dejar mi país porque son muchos los vínculos que sigo teniendo con Colombia. Mis viajes y mi estadía en Londres es lo único que tengo para ofrecerles porque ni esposo ni hijos tengo en mis planes por el momento.

Me cuestiono hasta que punto podemos seguir nuestra llamada interior en vez de seguir la lista social de cosas que deben hacerse, cosas que deben lograrse en ciertas edades. La idea de estudiar, trabajar, dejar el hogar, buscar una pareja, tener hijos, mantener el hogar a costa de la propia felicidad, ver crecer a nuestros hijos, seguir trabajando, sufrir con las decisiones que nuestros hijos toman, buscar espacios para ocuparnos cuando ya no estemos trabajando, y esperar la llegada de la muerte, orando para que sea de la mejor manera. Y mientras escuchaba las distintas opiniones de la gente, me disponía a indagar en la mía. Fui la última en compartirla porque la verdad que estaba curiosa en conocer las motivaciones que tienen las personas en tener hijos. Una de las intervenciones me llamo la atención y como solemos decir, me dejó pensando por un buen rato. En resumen la idea era la siguiente: hay que tener hijos porque cuando estemos viejos y sin hijos no habrá nadie que pueda cuidar de nosotros. Además que es a través de nuestros hijos que dejamos algo de nosotros cuando sea la hora de partir. Si nos dedicamos al trabajo solamente, al final de todo, eso no nos hará felices. En fin, no sé como les suene a ustedes pero para mi esto tiene un tinte de egoismo y si tener hijos se trata de pensar en lo que uno quiere o no beneficiarse entonces ese negocio no me llama ni poquito la atención.

Amo trabajar con niños y de hecho siento que ya tengo muchos hijos cuando estoy con ellos. Ese espacio de mi corazón lo ocupan los hijos de otras personas que comparten sus cotidianidades conmigo y cualquier docente sabe la proximidad que se establece cuando son 7 horas como mínimo diarias que estamos cerca de estos seres. Por ahora yo juego con la idea de ser sus madres, de hecho algunos de ellos así lo expresan y yo lo recibo con amor porque todo parece ser un juego sano y limpio. Me imagino que la cuestión cambia y se hace más profunda cuando se trata de tener un hijo. Curiosa estoy de escuchar a mi amiga colombiana que vive en Paris que hace poco dió a luz a un hermoso bebé. Cuando veo las fotos que con frecuencia me envía aparece un sentido maternal que me invita a pensar en las posibilidades, y porque no, en un futuro arriesgarme a esa experiencia. La verdad que este dilema no está resuelto aún en mi interior y puede que el día llegue en que la decisión se tome.

Por el momento mi satisfacción personal la encuentro en otras cosas, en especial en la enseñanza, no solamente la del aula de clases sino la que me motiva a escribir, a compartir con otros, a reflexionar, a viajar, a leer en busca de respuestas y a seguir inmersa en un infinito mar de exploraciones.

domingo, 13 de febrero de 2011

El amor es un misterio que me atrae

Mientras estuve en Colombia me encontraba haciendo un ejercicio reflexivo en torno al Amor, leyendo algunos libros, publicaciones en internet e intercambiando con conocidos los múltiples significados que esta corta palabra encierra. Recogí por parte de muchos que ahora me leen la definición que hasta el momento tenían e insistí en que fuera algo personal. Que esta sea la oportunidad para agradecer el ejercicio y la participación de muchos de ustedes. Sin embargo y temo decepcionarlos con ello, para mi el amor sigue siendo un misterio, pero por muy misterioso que sea me sigue atrayendo cada vez más. A veces me atemoriza como misterio que es, algo asi como la sensación de entrar en una cueva oscura sin saber si está habitada o en algun momento nos toparemos de frente con alguna bestia monstruosa. Otras veces en cambio me atrae con la fuerza de dos imanes que se encuentran cerca.

Valoro y respeto la mirada que cada ser pueda llegar a tener del Amor, desde la simple atracción de dos seres hasta la profunda devoción hacia Dios, desde la solidaridad que nace al ayudar a quien lo necesita hasta el ejercicio individual de amarnos como lo que somos. Mañana se celebra el Día de San Valentín y ello me ha motivado a terminar este escrito que empecé hace algunas semanas atrás. Recuerdo que hace exactamente un año asistí a un curso sobre el Amor queriendo con ello encontrar el amor que se me había esfumado sin aviso alguno. Y de lo poco que recuerdo pues fue lo que insistió la mujer que dirigía el evento, es que la mejor manera de amar es empezar con amarnos a nosotros mismos. Sé que es el mismo cuento que siempre escuchamos y aquí estoy yo esta vez diciendo la misma cosa. El problema es que poco o nada nos han enseñado de esta materia y pareciera que se hablara de un egoismo por el simple hecho de hacer referencia a nuestro propio ser. Pero me he convencido con el paso de los años que entre más nos amamos y aceptamos como somos, entre más vínculo logremos con nuestra propia alma, entre más alimentemos ese mundo interior, entre más escuchemos la voz silenciosa, entre más seamos capaces de mirarnos sin traje alguno y decir a viva voz que nos amamos, solo entonces podremos abrir nuestro corazón y amar a otros.

Amar no solamente a nuestra pareja sino a todos los seres que nos rodean, incluso a aquellos que no conocemos pero que si nos topamos con sus miradas entonces nos damos cuenta que son seres como tú y yo en una lucha constante por vivir y por encontrar sentido en los senderos que hemos decidido explorar. Amar no solamente a otros seres humanos sino también amar a los animales, las plantas, cualquier expresión de la Naturaleza; amar a Dios o lo que para nosotros represente esa entidad Superior; y sobre todo amar la Verdad y seguir en una eterna actitud filosófica no con la idea de saber más sino de vivir con mayor dignidad y coherencia. El amor es esa fuerza que mueve, que impulsa, que renueva, que motiva, que nos hace tomar decisiones y encontrarnos a veces frente a laberintos de dudas y desilusiones. Muchas son las historias de amor en donde un pañuelo no sería suficiente para albergar el dolor, pero muchas también son las conquistas que el hombre ha logrado en nombre del amor. Brindo por la experiencia de un amor generoso y limpio, incondicional y puro, que se ofrece sin temor y sin discriminación alguna.

Que nuestros días nos permitan vivir el Amor en nuestros actos cotidianos, en pequeñas oportunidades que se presentan constantemente en donde podríamos dar cabida al Amor. Que nuestros ojos den bienvenida a construir nuevas y mejores realidades.

viernes, 4 de febrero de 2011

Y dónde queda lo Sagrado?

Hace unos días repasaba algunos textos de filosofía para dictar una de mis clases y como suele suceder, cuando debo organizar las ideas para transmitirlas a otros es cuando más aprendo y cuando mayor conflicto hay si ha de ser algo que no he logrado conquistar internamente. Por eso dicen por ahí que enseñar es aprender dos veces y yo agregaría que no hay mejor manera de aprender que enseñando. No siempre quienes hemos tomado la decisión de enseñar y aportar en la formación de otros es porque estamos totalmente maduros y claros, pero cierta chispa de entusiasmo nos anima a estar frente a otros en un aula pero al mismo tiempo al lado de estos corazones que escuchan sedientos de Ideales filosóficos.

Cuando se habla de lo Sagrado creo ustedes compartirán que se trata de algo especial, importante y sobre todo en conexión con una dimension superior, con aquello que va más allá de nuestro mundo tangible e ilusorio. Mucha prioridad le hemos dado a lo profano, lo ordinario, lo exotérico, lo cotidiano, lo cual no es que sea malo sino que no es suficiente pues no logra de ninguna manera reflejar todo lo que somos. Somos una estructura humana compleja dotados de una esencia divina representada en nuestra alma inmortal. Y así como atendemos con gran afán las necesidades de nuestro cuerpo físico, que sin duda nos exige comida, placer, sexo, descanso, y demás, así mismo debemos ocuparnos por alimentar otros cuerpos menos obvios pero igualmente vitales en nuestro crecimiento y desarrollo. Me atrevo a pensar que este cuerpo físico es un vehículo, el mejor con el que contamos para dar expresión a una semilla atemporal y como toda semilla se requiere de tiempo, disciplina, constancia y esperanza para producir frutos.

Mientras leí encontraba que muchos son los ejemplos de como las civilizaciones antiguas mantenían ese nexo con lo superior, valorando la naturaleza como manifestación de una Mente creadora. Numerosos ritos, ceremonias, celebraciones, ofrendas, construcciones, corroboran la naturalidad con que lo sagrado permeaba lo cotidiano. Y entonces existían espacios sagrados también en donde se podia vibrar y sentir la plenitud de quien se reconoce parte de un todo como lo es una gota en el inmenso océano. Poco nos ha quedado de aquellas épocas y de ahí que de vez en cuando notemos cierto vacío, vacío que no se resuelve en el mercado porque no se trata de algo que se adquiere como quien compra un nuevo traje. De hecho, remover el vacío no tiene precio alguno porque lo sagrado nos pertenece a todos, solamente que lo hemos olvidado.

Que cada uno sepa recuperar y construir espacios mágicos, templos para nuestra alma en donde se nos facilite estar con nosotros mismos y alzar la mirada hacia el cielo. Al hacerlo podremos divisar aquella estrella que aún en la noche más oscura siempre seguirá brillando. Tristemente nuestra sociedad ha promovido una vida más individualista y pocas son las oportunidades en donde nos sentimos como una gran Familia. Que lo Sagrado haga de nuevo aparición para finalmente encontrar sentido a nuestros días, para sentir aquella unión mística con el Cosmos. Hay quienes dicen que la vida es un largo trayecto, no de un punto A a un punto B, sino precisamente un trayecto que nos llevará de nuevo a lo Sagrado.

martes, 18 de enero de 2011

Nunca es demasiado tarde para soñar


Un nuevo año ha iniciado y con el nuevo concepto que manejamos de tiempo y espacio en nuestra sociedad moderna, si no abrimos los ojos ahora nos encontraremos en diciembre con una expresión de sorpresa que suelo escuchar con frecuencia: “Pero como se fue de rápido este año!”, “Hace nada estábamos celebrando el año nuevo y se pasó volando!”. Puede que detrás de esa sensación que a veces nos invade haya algo de cierto pues los advances tecnológicos han tenido bastante impacto y han cambiado de forma significativa nuestra cotidianidad. Estoy segura que mi padre ha sido testigo de una gran cantidad de inventos e innovaciones y en ocasiones se sigue asombrando al ver una memoria USB que contiene todos los archivos del computador. Para quienes somos jóvenes y para las futuras generaciones hay mayor capacidad de comprender el lenguaje de lo virtual y lo electrónico. Sin embargo, es aquí mi punto de mayor reflexión, no siempre contamos con la disciplina – lo cual solemos atribuir a la falta de tiempo – para sentarnos a pensar en aquello que queremos. Cuan importante es soñar libremente hasta donde nuestras alas se extiendan en un horizonte de posibilidades infinitas. Cada cierre de año representa un ciclo que culmina así como una oportunidad de renovación que solemos pasar por alto reemplazándola por celebraciones, festejos, regalos, banquetes, tarjetas, vacaciones, entre otras. Y entonces y con mucha frecuencia nuestros sueños y proyectos se quedan escondidos en aquel baúl sin fondo que si no nos atrevemos a mirar, terminaremos por olvidar que existe.

Nuestra vida está inspirada en aquello que queremos hacer de ella y si bien no siempre contamos con la claridad absoluta pues nuestra naturaleza humana es cambiante y compleja, considero que es esencial darnos el espacio para indagar en nuestras propias convicciones. Porque es ahí cuando nuestros pasos adquieren sentido y despertar a diario no es un trabajo arduo y tedioso sino fácilmente sonreímos ante el Sol que se ha vuelto cómplice de nuestros nuevos propósitos. Y cuando llegue el momento en que las dudas o el temor hagan presencia, que mejor que mirar hacia dentro de nosotros porque es ahí donde habitan las respuestas, respuestas que a veces no son visibles cuando damos prioridad a la personalidad y nos identificamos con la parte más densa y tangible de nuestro ser, dejando de lado nuestra esencia divina y espiritual. Soñar es un acto que todos disfrutamos ya que la mente suele viajar sin límite alguno para ser, tener y hacer lo que queremos. No se trata solamente de un ejercicio para fin de año. Cualquier mes puede ser una opción para visualizar con fuerza, actuar en consecuencia con las ideas que defendemos y ser conscientes también de lo mucho que el Universo conspira. Soñar es un acto mágico en donde todos somos los arquitectos de nuestra propia vida; somos los actores sin libreto de una obra que culmina quien sabe cuando pero que sin duda tiene escenas de drama, terror, misterio, dolor y victorias.

Que el 2011 sea un año de conquistas internas y externas y de muchas exploraciones guiadas por la sed de nuestra alma. Que cada día sea una motivación para dar lo mejor de nosotros mismos, para amar con mayor generosidad, perdonar con profunda comprensión y seguir buscando cual aventureros los muchos tesoros que la vida tiene para ofrecernos. Que sepamos encontrar el espacio y el tiempo para estar con nuestro interior y escuchar aquella voz sabia que muchas veces y de tantas maneras se ha manifestado pero que en medio de nuestros compromisos no siempre logramos atender. Que nadie sienta que es demasiado tarde para dar luz verde a sus sueños!!!

jueves, 6 de enero de 2011

Hablar de sexo pero sin miedo



Hace varios meses empecé a escribir un poco sobre el tema y el sólo hecho de decidir la temática me causó un poco de nervios, primero porque no soy una experta y segundo porque la palabra no deja de causar sorpresa cuando se nombra, sin embargo todos en cierta proporción nos hemos cruzado con la curiosidad de explorar a fondo lo que ella encierra. Decidí dejar a un lado la idea de no hacerlo por temor pues finalmente el ejercicio de escribir está siempre guiado por la inspiración que algo nos genera y esta vez no me da pena aceptar que el sexo ha capturado mi mente y mis líneas. Lo ha venido hacienda desde hace un tiempo y no culpo las hormonas sino la profunda inquietud filosófica de develar esta experiencia humana que envuelve tantas facetas, desde la propia exploración corporal hasta la búsqueda de creatividad en los encuentros sexuales que se tienen. Mentiría si hablara de las muchas experiencias que he escuchado en los últimos meses porque en mi cotidianidad no hay espacio suficiente ni complicidad como para abordar esos temas. Sin embargo, debo reconocer que encuentro acá cierta aceptación y menos mojigatería porque no hay necesidad de esconder o aparentar en un lugar en donde la diversidad se ve expresada en cada esquina, en cada lugar que se visita, en cada celebración, en cada ser que puede – desde mi punto de vista – ser quien es con menos miedo a ser señalado.

Cuando era adolescente el sexo fue por supuesto parte de mi curiosidad, y creo recordar comentando con amigas para de esta forma despejar las dudas o consultando también alguna enciclopedia en donde las imágenes me atraían mucho más que las palabras. Recuerdo incluso alguna vez que llame a una línea de consultas gratuita y aun sabiendo que no estaba siendo identificada de esta forma, seguía sintiendo un leve dolor en el estómago al leer las preguntas que me robaban el sueño. Mi mente con frecuencia fantaseaba como buena piscis que soy y entonces me imaginaba aquel príncipe encantado de historias de hadas que me cogería en sus brazos, me llevaría al castillo aquel luego de cruzar el bosque nublado (como en las películas) y juntos hallaríamos un espacio en donde hacer el amor, pues ni decir que se trataba de sexo nada más. El sexo debía estar ligado al amor para poder justificarse de lo contrario el sexo sin sentimiento sería casi que cometer un pecado, y mis herencias inconscientes no toleraban ese tipo de vivencias.

Hoy miro hacia atrás con alegría de lo que fueron mis primeras experiencias en lo que se refiere al sexo pero es apenas ahora en donde siento que mis ojos se abren a la maravillosa exploración de lo sexual, sin decir con ello que me refiero solamente al contacto íntimo, el cual no deja de ser sin duda válido y placentero. Visitando el Museo del Erotismo en Paris observaba como las diversas culturas a lo largo del tiempo han encontrado en el sexo una fuente de expresión, de inspiración, de magia, y de misterio a la vez. Porque ignorar entonces que es a través del sexo que estallamos de placer, que nos fundimos en éxtasis, que nos conectamos por segundos con otra dimensión y recorremos cual montaña rusa un camino de inicios deseados y culminaciones exitosas. No soy una experta como lo señalé en un principio, pero creo que el sexo puede llegar a ser un maravilloso medio de encontrarnos a nosotros mismos y de aprender a amar con libertad, sin ese fuerte instinto de querer poseer a quien tiene el privilegio de penetrarnos. Y he aquí otra palabra que me detiene mientras mis manos fluyen. Penetrar un cuerpo es una cosa y penetrar el alma es una opción que tan solo uno puede permitirse si se comprende sanamente que los encuentros no son casuales y que el despertar que viene luego de la pasión fugaz nos brindará siempre un mayor entendimiento de lo que somos, de lo que tememos, de lo que desconocemos. La vida no siempre nos obsequia príncipes pero si hombres nobles con los que podemos sentirnos princesas por momentos y mientras esa sea la sensación, como diría Silvia Salinas, escritora y psicóloga argentina, la relación compensa.