"Señora de los libros", "Señora de la Escritura",

jueves, 22 de diciembre de 2011

Se acabó el año


Tan sólo faltan unos días para despedir el año y recibir el 2012, año en el que se ha dicho será el fin del mundo, para lo cual yo sigo siendo algo incrédula. En medio de la celebración navideña, los afanes por comprar regalos, las expectativas de lo que otros nos darán, el envío de tarjetas y mensajes virtuales, las decoraciones, villancicos, en fin, son tantas las distracciones que solemos tener en estas fechas que poco o nada de tiempo nos queda para evaluar lo que ha sido nuestro año.

Ayer se celebró el solsticio de invierno (en esta parte del hemisferio) y la invitación giró en torno a vencer la oscuridad, a encontrar la luz y ser capaces de ver el sendero de nuevo. Porque gracias al invierno no solo valoramos más la llegada de la primavera sino que nos refugiamos dentro de nosotros por unos segundos. Que importante es hacer aquel alto en donde interiorizar lo que han sido nuestros logros, nuestros “fracasos”, nuestras mayores pruebas, nuestros aprendizajes! Nuestra memoria, que a veces no es tan buena, suele olvidarse de todo aquello por lo que atravesamos en el año. Tendríamos que realmente sentarnos a pensar y evocar lo que mes a mes fuimos viviendo.

Estoy segura que todos los que leen estas líneas tuvieron momentos alegres y conquistas interiores, como también momentos donde el dolor hizo presencia o incluso emociones como frustración, ansiedad, tristeza, desconsuelo, entre otras. Todos de alguna manera hemos resistido, hemos salido de entre las tinieblas porque gracias a nuestra naturaleza humana hay una fuerza interna que nos impulsa y nos inspira a seguir en la lucha aunque a veces el norte no esté del todo claro. Y ello no significa que siempre hemos estado sonrientes. Unas cuantas lágrimas hemos dejado brotar, lágrimas que nos demuestran lo sensible que somos y lo hermoso que es poder expresar abiertamente lo que sentimos. Llorar no es símbolo de fragilidad sino de vida, y ahora más que antes comprendo porque de vez en cuando se nos agua la mirada, tanto en situaciones bellas como en eventos en que se nos encoge el corazón. Un año más que se nos va pero hemos crecido internamente. Un año que tuvo un sin número de circunstancias, muchas en las que nos vimos envueltos internacionalmente con las noticias, y otras más privadas que nos pertenecen a nosotros.

Aquello que hemos asimilado será parte de nuestro equipaje para los siguientes años; aquello que aún nos cuesta digerir, nos seguirá persiguiendo cual sombra proyectada en el suelo. El poder de soltar, desapegarnos y fluir en esta experiencia de vida, es cuestión de actitud. A cada uno le deseo un 2012 del tamaño de lo que seamos capaces de lograr.

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