"Señora de los libros", "Señora de la Escritura",

sábado, 31 de diciembre de 2011

Quisiera...


Anoche de nuevo la visita de aquella sombra hizo presencia y como suele suceder, me asusta verla a los ojos y reconocer que no puedo fácilmente deshacerme de ella sino que se acomoda en esos rincones dentro de mí que no visito. De repente llega una situación particular y entonces el foco de luz se desplaza para dar entrada a una escena que no es hermosa sino por el contrario es una vez más reflejo de mis imperfecciones e inquietudes. A veces me encuentro haciéndome las mismas preguntas y pareciera que las respuestas son esquivas, no me convencen del todo, no me parecen asertivas y por ello sigo en aquel círculo de repetir mentalmente lo que me genera conflicto.

Quisiera intentar meditar por el tiempo que sea necesario, como Buda lo hizo debajo de un árbol, o esconderme en alguna cueva o tomar un camino que me lleve a algún lugar donde nadie sepa quién soy y pueda así volver a empezar. Quisiera empacar mis cosas y recorrer el mundo para que mis ojos vean lo que intuyo, para que pueda apreciar otras formas de vida, otras creencias, otras maneras de pensar y de expresar…para que me libere de todo esto que pesa y bloquea la renovación de mi ser. Quisiera leer el texto que me explique y me recuerde lo que suelo olvidar, lo que con frecuencia se me escapa y debo de nuevo ir cual cazadora en busca de su presa.

Quisiera asistir al taller que cambiara mi vida y salir luego con las herramientas necesarias para enfrentar el mundo. Quisiera ver una señal en el camino que me indique lo que debo hacer cuando mi intuición no funciona. Quisiera despertar de un sueño en el que algún elemento mágico, algún gurú me haya enseñado y guiado para no dar la espalda a lo que me sorprende a diario. Quisiera escuchar la voz de algún maestro, o de mi propia conciencia murmurándome al oído lo que es más sano y positivo, venciendo la otra voz que me reprime, me genera culpa y emociones perturbadoras.

Quisiera tantas cosas… deshacerme de mi equipaje, despedirme de aquello que no sirve ni vale la pena seguir guardando, perdonar y perdonarme, digerir con más serenidad lo que no me gusta, comprender con amor y sin juicio lo que otros hacen, valorar más lo que tengo en cambio de resaltar las carencias, amar sin necesidad de proyectar, lanzar lejos las expectativas y mis propias resoluciones… quisiera aprender a sonreír y a ser feliz en medio de esta caverna en la que vivimos, sin que ello impida que mis pasos sigan siendo en dirección hacia la luz. Porque al final, no me importa si llegue a ver la verdadera luz, sino el hecho de recorrer un sendero que tiene sentido para mi alma.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Pensando en el 2012


Es costumbre y lo llevo hacienda ya varios años que cuando llega la navidad, o mejor dicho, el fin de año, yo saco un espacio para pensar y decidir lo que quiero para el nuevo año. Debo reconocer que soy algo optimista, porque al final no tengo la certeza ni siquiera de mi propia existencia pero me agrada el juego de poder que se nos otorga cuando decidimos, cuando con lápiz en mano nos atrevemos a soñar con aquellas cosas que queremos. Por eso dudo igual que la vida sea el resultado de buena o mala suerte. Para mí es en cambio una mezcla entre nuestras propias decisiones y lo que la vida nos tenga como obsequio. Sé que habrán sorpresas y que no todo está bajo mi control. Esto a veces me asusta o me inquieta porque me hace sentir débil ante las leyes universales; pero con actitud filosófica sabemos que depende de nosotros la manera como respondemos, la manera como reaccionamos ante esos obsequios que se nos otorgan con el paso de los años. Algunos llegan cargados de luz y triunfo, otros en cambio nos recuerdan las cadenas que nos aferran, los apegos que se consolidan y los temores que se esconden en nosotros.

Estos días he tenido el tiempo de sentarme a escribir las resoluciones y lo he hecho pensando en 4 aspectos que considero esenciales en mi vida: lo físico, lo emocional, lo mental y lo espiritual. Cada uno de estos componentes contribuye de manera significativa como las 4 partes de las alas de una mariposa. Para que pueda emprender un vuelo sano y alto, debo encargarme por velar que las dimensiones se distribuyan de la mejor manera. En ocasiones suelo expresar que aunque mi vida es inspirada por un ideal espiritual, ello no significa que no otorgue atención alguna a aspectos más concretos y/o superficiales. Si poseemos un cuerpo físico, entonces es claro que hay que atender sus necesidades. Y así sucesivamente con otros tantos cuerpos que nos caracterizan.

Solemos poner poco o nada de atención al mundo espiritual porque es tan sublime y tan elevado que pareciera que no entra en nuestras prioridades. Sin embargo, mi poca experiencia me ha enseñado que podemos encontrar armonía en ambos aspectos. Que el hecho de reconocernos seres espirituales en una manifestación humana no indica que descuidemos nuestra alimentación, ni nuestras horas de sueño, ni mucho menos que no tengamos aspiraciones materiales ni profesionales. De alguna u otra manera esta complejidad de ser humanos nos coloca en la posición de reflexión ante todo aquello que poseemos, aquello que tenemos a nuestro alcance y aquello que vislumbramos a lo lejos.

Que el 2012 nos permita: hablar menos y reflexionar más, preocuparnos menos y amar más, guardar menos y expresar más, juzgar menos y perdonar más, comprar menos y obsequiar más, hacer menos y ser más nosotros mismos, retener menos y soltar más… Que sea el año que necesitamos para seguir despertando de este gran sueño en el que solemos dormirnos.

jueves, 22 de diciembre de 2011

Se acabó el año


Tan sólo faltan unos días para despedir el año y recibir el 2012, año en el que se ha dicho será el fin del mundo, para lo cual yo sigo siendo algo incrédula. En medio de la celebración navideña, los afanes por comprar regalos, las expectativas de lo que otros nos darán, el envío de tarjetas y mensajes virtuales, las decoraciones, villancicos, en fin, son tantas las distracciones que solemos tener en estas fechas que poco o nada de tiempo nos queda para evaluar lo que ha sido nuestro año.

Ayer se celebró el solsticio de invierno (en esta parte del hemisferio) y la invitación giró en torno a vencer la oscuridad, a encontrar la luz y ser capaces de ver el sendero de nuevo. Porque gracias al invierno no solo valoramos más la llegada de la primavera sino que nos refugiamos dentro de nosotros por unos segundos. Que importante es hacer aquel alto en donde interiorizar lo que han sido nuestros logros, nuestros “fracasos”, nuestras mayores pruebas, nuestros aprendizajes! Nuestra memoria, que a veces no es tan buena, suele olvidarse de todo aquello por lo que atravesamos en el año. Tendríamos que realmente sentarnos a pensar y evocar lo que mes a mes fuimos viviendo.

Estoy segura que todos los que leen estas líneas tuvieron momentos alegres y conquistas interiores, como también momentos donde el dolor hizo presencia o incluso emociones como frustración, ansiedad, tristeza, desconsuelo, entre otras. Todos de alguna manera hemos resistido, hemos salido de entre las tinieblas porque gracias a nuestra naturaleza humana hay una fuerza interna que nos impulsa y nos inspira a seguir en la lucha aunque a veces el norte no esté del todo claro. Y ello no significa que siempre hemos estado sonrientes. Unas cuantas lágrimas hemos dejado brotar, lágrimas que nos demuestran lo sensible que somos y lo hermoso que es poder expresar abiertamente lo que sentimos. Llorar no es símbolo de fragilidad sino de vida, y ahora más que antes comprendo porque de vez en cuando se nos agua la mirada, tanto en situaciones bellas como en eventos en que se nos encoge el corazón. Un año más que se nos va pero hemos crecido internamente. Un año que tuvo un sin número de circunstancias, muchas en las que nos vimos envueltos internacionalmente con las noticias, y otras más privadas que nos pertenecen a nosotros.

Aquello que hemos asimilado será parte de nuestro equipaje para los siguientes años; aquello que aún nos cuesta digerir, nos seguirá persiguiendo cual sombra proyectada en el suelo. El poder de soltar, desapegarnos y fluir en esta experiencia de vida, es cuestión de actitud. A cada uno le deseo un 2012 del tamaño de lo que seamos capaces de lograr.