"Señora de los libros", "Señora de la Escritura",

jueves, 27 de octubre de 2011

Como pasa el tiempo


Cuando hablamos de tiempo creo que siempre nos asombra lo rápido que transcurre. La primavera del 2010 trajo sin dudas grandes transformaciones en mi vida, algunas con dolor y otras en cambio me devolvieron la luz y la esperanza. Para ese entonces la reflexión giró en torno a lo efímero que son las cosas que creemos poseer en el plano de lo material y lo irreal de pensar que nuestras relaciones son eternas. Cuando finalmente decidí dar aquel paso hacia adelante y cerrar por completo lo que había significado tanto para mí, no fue mucho el tiempo en soledad y frente a mi apareció de repente una puerta atractiva y bella que hasta el momento la sigo conservando.

Ahora lo celebro con mucha más tranquilidad porque los primeros meses compartiendo con una nueva persona me producían una sensación de culpabilidad, de incertidumbre, de tristeza porque todos los sueños que había construido se esfumaban dejándome en un estado de fracaso emocional. Ahora comprendo que nada sucede por casualidad. Aquel encuentro no fue parte de un juego del destino sino que tuvo que darse en aquel lugar, en la hora en que fue, en las condiciones que se dieron y entre dos almas que hoy sonríen juntas. A veces recuerdo que cuando mis alas de libertad empezaban a gozar del vuelo solitario, un cazador de ojos azules se acercó y yo observando la nobleza de su ser me enamoré de nuevo. Sí, me enamoré cuando pensaba que el amor iba a ser esquivo; me enamoré pero no de la misma manera porque el amor que ahora siento ha crecido, he aprendido a amar de una forma distinta.

Nuestra experiencia y madurez nos hace ver la vida de manera diferente, por eso aclaro que no es el mismo amor. Mi primer amor se dio con tanta profundidad y complicidad pero este nuevo amor tiene un sabor exquisito, tiene picardía, tiene mezcla de historias, tiene diversidad, tiene mayor madurez y posibilidad de diálogo en un idioma que no nos pertenece porque el inglés no es nuestra lengua materna. Y puede que este pequeño detalle le sume atractivo porque es una relación que ha nacido en la distancia pero la cual me ha permitido explorar y descubrir la mujer que soy ahora. Esa mujer seria cuando se trata de compromisos, alegre cuando hay la oportunidad de serlo, sensible cuando algo roza mis más delicadas fibras, seductora cuando se trata del placer, y soñadora, profundamente soñadora que me veo en ocasiones en apuros por colocar los pies en la tierra.